Por Esteban Illades
Este fin de semana, los tres partidos grandes (y el PRD) formalizaron a sus candidatos a la presidencia. En tres eventos muy distintos –a José Antonio Meade le costó trabajo llenar el Foro Sol, Ricardo Anaya parecía estar presentando el nuevo iPhone y Andrés Manuel López Obrador dijo que de ser presidente “rayaría en la locura”– se confirmó lo que ya sabíamos: éste es nuestro triste futuro.
Mientras esto sucedía, los partidos estaban agarrándose a sillazos –el PRD literalmente– para amarrar a sus candidatos en forma plurinominal; entiéndase, a los representantes que no serán electos directamente pero que gozarán de fueron y prerrogativas durante tres o seis años, dependiendo del cargo.
Y es que esas posiciones son preciadas. El diputado o senador no le responde a nadie más que a su presidente de partido, y eso si quiere. Son, en un sistema en el que nadie rinde cuentas, un cheque al portador. Por eso los golpes: romperle una silla en la espalda a alguien le parece poca cosa a quien está desesperado por obtener fuero.
¿Y quiénes son estos ilustres personajes que tanto interés tienen en llegar a ocupar un escaño en el Congreso de nuestro país? Muchas fichas, si se ven las listas.
Morena
El Movimiento de Regeneración Nacional hizo su tradicional sorteo vía tómbola para otorgar los lugares de su lista plurinominal al Senado. Entre los suertudos, curiosamente, están Martí Batres (presidente del partido en la Ciudad de México) y Ricardo Monreal (que lleva meses amenazando con irse después de que le negaron la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la capital). Batres es un eterno del partido, famoso hace un par de décadas por liderar la bancada del PRD que repartía leche con materia fecal en barrios populares.
Monreal, por su parte, renunció a la Delegación Cuauhtémoc a dos años de haber iniciado su gestión, pues dijo estar cansado y que mejor dedicaría su tiempo a leer. Poco le duró el retiro, al cual se fue después de que, entre otras cosas, se reportara que su delegación daba contratos de obra a amigos de su hija.
También está Nestora Salgado (comandante de la policía comunitaria de Olinalá en Guerrero) y el nombre que le ha puesto los pelos de punta a un montón de personas: Napoleón Gómez Urrutia, dirigente del sindicato minero, en exilio desde 2006 por varias acusaciones penales, entre ellas malversación de 55 millones de dólares en fondos del sindicato. Aunque las acusaciones ya no están vigentes, no fue hasta que hubo una sentencia –previa demanda de miembros del sindicato– de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje que el sindicato liderado por Gómez Urrutia entregó el dinero que le correspondía a los trabajadores.
El PAN
Si uno pensaba que el PAN, con la repetida promesa de un “cambio de régimen”, iba a ser distinto a los demás, sólo con ver los dos primeros lugares de su lista al Senado puede darse cuenta de que son más de lo mismo. El primer puesto lo ocupa Josefina Vázquez Mota, que tiene dos grandes logros: dos terceros lugares en las dos elecciones en las que ha competido, la presidencial y la del gobierno del Estado de México. Quizás por eso ahora va vía plurinominal: aquí no tiene votos que perder.
Pero Vázquez Mota también es famosa por todo el dinero que ha recibido su organización Juntos Podemos, más de 900 millones de pesos de dinero público cuyo destino no es muy claro que digamos.. Para el PAN, por motivos desconocidos, es prioridad que llegue al Senado. Sólo así se entiende que tenga el primer lugar en la lista de pluris.
El segundo le tocó a Miguel Ángel Mancera, de cuyo desastroso gobierno hemos escrito una y otravez aquí. Sólo un par de datos para constatar los logros que lo impulsan a ser opción por el PAN al Senado: bajo su gobierno la Ciudad de México regresó a niveles de violencia no vistos en las últimas décadas, y la Constitución de la Ciudad de México –que varias veces ha presumido como el mayor logro de su gestión– se encuentra impugnada ante la Corte por diversos organismos, incluida la Comisión Nacional de Derechos Humanos (ya para echárselos a ellos en contra quiere decir que hay algo mal).
Sólidos logros en su sexenio.
El PRD
Acá los sillazos se deben a algo importante: a dos de los candidatos a diputado plurinominal les urge el fuero. Se trata de Leonel Luna y Mauricio Toledo, ambos señalados durante las últimas semanas de usar el fondo para la reconstrucción posterior al temblor del 19 de septiembre en la Ciudad de México de manera discrecional (por decirlo de manera amable). Tan discrecional que se les acusa de comprar chamarras y pants con los recursos que deberían ocuparse para rehacer viviendas. (Como las del Multifamiliar Tlalpan, cuyos habitantes viven en campamentos desde hace cinco meses.)
Toledo tiene acusaciones más graves, como la del colaborador que está exiliado en Canadá por miedo a ser asesinado. De hecho, el excolaborador y exdiputado Alejandro Robles lo acusa de haber participado en dos homicidios.
Y el PRI
Las listas del PRI todavía no están disponibles, serán discutidas hasta marzo. Pero si les pareció sensato llevar a Rubén Moreira a encargarse de la organización electoral del partido, podemos darnos una buena idea de qué vendrá.
Es que, ¿por qué, por qué, por qué?
Más allá de la cantaleta de que la política mexicana es bien pinche (lo cual es cierto), sí vale la pena ponernos a platicar sobre cómo es que los partidos le han dado la vuelta a todos los candados e instituciones que de inicio servían para, en teoría, mejorar nuestra democracia.
Los plurinominales, pensados como contrapeso al régimen del PRI –en el que el tricolor obtenía mayorías aplastantes durante el siglo XX–, eran la opción para que la oposición enviara sus mejores cartas al Congreso. A sabiendas de que los candidatos, por buenos que fueran, perderían contra la maquinaria priista, los otros partidos pensaban muy bien a quién enviar a las cámaras a través de la lista.
Pero ya no. Ahora se negocian entre clientelas y gángsters que prometen aportar estructura a los partidos a cambio del puesto; o sea, dinero y votos. En último lugar –o más bien, en ninguno– queda la representación de los ciudadanos, quienes en teoría buscan, al votar por los pluris, nivelar la representación política y asegurar que su voz se escuche, a pesar de ser minoría.
Con independencia de que ya no hay mucho hacia dónde hacerse –ahí están los candidatos y no cambiarán– vale la pena utilizar estas listas como referencia de qué está mal con el sistema y cómo lo podemos cambiar.
Que tanta porquería de algo sirva, dado que nos representará a partir de septiembre.