De color verde o metalizado, con cabezas desproporcionadas que muestren sus enormes cerebros y ojos muy grandes, dedos alargados para señalar las cosas al más puro estilo E.T. y no especialmente altos. Así, en conjunto, es como la humanidad ha pensado que sería la fisionomía de los extraterrestres, gracias a años de representaciones en la cultura popular. A día de hoy es difícil predecirlo, teniendo en cuenta que hasta la fecha no han dado señal de vida.
Pero el ser humano no se rinde. La búsqueda de vida en otros planetas es una de las máximas más importantes de nuestra existencia, y debería abrir todos los telediarios en caso de que sucediera algún día. A excepción de algún astrónomo o amante del espacio (recordemos que «la verdad está ahí fuera»), la gente común vive inmersa en su cotidianeidad sin plantearse mucho esa gran pregunta. Si nos importa poco lo que pase en el vecindario de al lado, es difícil sentir empatía por seres a millones de años luz. Sin embargo, es algo que respondería a las grandes cuestiones acerca de nosotros mismos y nuestra supuesta excepcionalidad.
Desde máquinas gigantes detectables por su calor residual en el infrarrojo medio a bacterias, se ha teorizado mucho al respecto
Nadie se pone de acuerdo en cómo podrían ser, aunque lo de los marcianos clásicos no convence mucho. Para Chris Hadfield, ex comandante de la Estación Espacial Internacional, algunos de los ejemplos de Star Trek podrían no estar desencaminados, mientras que para el astrofísico Jason Wright, deberíamos buscar máquinas gigantes, que probablemente sean «detectables por su calor residual en el infrarrojo medio» y símbolos de sociedades avanzadas.
Imagen de archivo. (iStock)
Otros hablan de simples bacterias y no de civilizaciones más avanzadas que la nuestra, pues siempre hay que recordar que vida no es sinónimo de inteligencia. De hecho, el astrobiólogo Chandra Wicramasinghe desarrolló la teoría conocida como panspermia, que sostiene que la vida en la Tierra llegó en forma de microbios que viajaban por el espacio en meteoritos y polvo interestelar.
Hay que tener una serie de puntos en cuenta para entender cómo podrían ser esos extraños seres venidos de una galaxia muy lejana
Si la vida no fuera inteligente como la nuestra, no solo sería una explicación a la paradoja de Fermi (la contradicción entre la aparente evidencia de vida extraterrestre y la imposibilidad de dar con ella) sino que en ese caso sí demostraría la excepcionalidad de nuestro planeta. Y, de paso, nos ahorraría algunos peligros como son esos de mandar mensajes al espacio esperando una respuesta cuando no sabemos si los que están ahí fuera son amigables o vendrían en son de paz.
De cualquier manera, hay que tener una serie de puntos en cuenta para entender cómo podrían ser esos extraños seres venidos de una galaxia muy lejana. El primero es el de la evolución convergente: en nuestro planeta, diferentes especies a menudo presentan rasgos adaptativos similares (ojos, oídos o nariz, por poner un ejemplo, aunque las alas serían otro). Una mosca tiene ojos diferentes a los nuestros, pero son ojos al fin y al cabo.
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El Confidencial
Sin embargo, en las profundidades del océano o en el interior de las cuevas, algunos organismos no tienen ojos porque no los necesitan. Dejando a un lado la inteligencia, que es algo más complejo, por poner un ejemplo, los extraterrestres solo necesitarían ojos en lugares donde es probable que penetre la luz de una estrella.
Tenemos cuatro extremidades porque un pez de cuatro aletas salió del mar hace 400 millones de años, pero podríamos haber tenido ocho
Las coincidencias de la historia evolutiva siempre afectarán los detalles y apariencia de los animales. Tenemos cuatro extremidades porque un pez de cuatro aletas salió del mar hace 400 millones de años, pero podríamos haber tenido ocho. Eso nos aleja de cualquier otra especie equivalente en un planeta alienígena, pero también nos acerca a ellos porque es una regla que se aplica en cualquier parte del Universo.
Por ejemplo, nuestros genes se transmiten, algo bien fundado en la teoría de la evolución. Y si nuestros genes nos hacen tender a cooperar con nuestros hermanos, entonces tendremos más éxito, y ellos también, y todos transmitiremos nuestros genes relacionados. En otras palabras, las fuerzas evolutivas que dominan la Tierra son las mismas en todo el Universo, por lo que si en nuestro planeta los animales se comen unos a otros, es probable que las criaturas de otros planetas también lo hagan y que, por tanto, no difieran tanto de nosotros.
Una investigación un tanto polémica aseguraba que el pulpo era, probablemente, la muestra más cercana a un extraterrestre en la Tierra
En definitiva, las criaturas de otros planetas (inteligentes o no) tendrán que haber evolucionado según sus necesidades y las del entorno en el que vivan. Por ejemplo, si son inteligentes, es razonable pensar que fabrican y usan herramientas para interactuar con su entorno. Para mantener sus manos libres mientras se mueven, estos extraterrestres necesitarían al menos otras dos extremidades, lo que los convertiría en humanoides. Pero en un planeta con mayor gravedad, los animales podrían necesitar más patas para permanecer estables. Y los extraterrestres que flotan en las nubes de un gigante gaseoso podrían estar cubiertos con ojos que pueden ver los rayos gamma, para detectar el peligro que se aproxima desde cualquier dirección.
Imagen de un pulpo. (iStock)
Por último, algunos apuntan que los aliens podrían tener, en realidad, la forma de un animal bien conocido por todos: el pulpo. Es nuestro pariente más lejano en términos evolutivos y una especie muy antigua. Una investigación un tanto polémica que surgió hace unos años rezaba que este animal , al tener órganos únicos, apéndices, ser extremadamente inteligente (dispone de un gran cerebro central con ramificaciones por ganglios a cada tentáculo) y ser tan antiguo, era probablemente la muestra más cercana a un extraterrestre en la Tierra. Sin embargo, muchos han descartado esa investigación alegando que se basa en la panspermia, que no está demostrada. Por ahora, Cthulhu no es la versión más posible , aunque E.T. tampoco. Con que estén hechos de carbono y necesiten agua y oxígeno nos conformamos. Ah, y con que vengan en son de paz, claro