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En el año 2003 un largometraje asombrosamente malo, escrito, producido, dirigido y protagonizado por un personaje insólito terminó convirtiéndose en un film de culto que llegó hasta lo más alto de Hollywood

PorSantiago García

En el Prince Charles Cinema, en Leicester Square, Londres, se proyectan todo el año todo tipo de clásicos. Desde Stanley Kubrick y Frank Capra hasta La novicia rebelde y Duro de matar. Dos salas que se encargan de mantener viva la llama cinéfila sin dedicarse a ciclos más prestigiosos o exhaustivos como los del British Film Institute. Quien pase por la puerta del cine verá que la cartelera cambia mes a mes, pero una imagen se mantiene constante: Es el afiche de The Room (2003) escrita, producida, dirigida y protagonizada por Tommy Wiseau. No es un afiche particularmente agraciado. Es un primer plano de un rostro raro, un hombre de edad indefinida y pelo largo, encuadrado de manera poco estética: ese es Tommy Wiseau y la imagen resume a la perfección el concepto de cine de culto. The Room es, por definición, la película que mejor encaja con la idea de esa clase de cine en el siglo XXI. Un film de culto es aquel que es visto muchas veces por las mismas personas, pudiendo convertir un fracaso en un éxito a largo plazo. Desde su estreno hace más de 15 años, The Room se sigue exhibiendo en diferentes salas en funciones especiales.Poster de "The Room"Poster de “The Room”

La noche del estreno el director creía que tenía un drama intenso digno de Tennessee Williams, pero las risas nerviosas y la respuesta del público le demostraron lo contrario. En un esfuerzo mental francamente acrobático, Tommy Wiseau comenzó a declarar que la película era intencionalmente cómica. Nadie cree que sea cierto, pero si una obra es completada por los espectadores, este es un ejemplo impecable. La semana inicial fue sostenida en cartel por el director y su compra de entradas, pero en la segunda un estudiante universitario la vio y quiso compartir la experiencia con sus amigos. Los llevó a todos a ver la película y ese fue el puntapié inicial de todo lo que vino después. El boca a boca fue abrumador.

The Room es mala. Olímpicamente mala. Pero tiene un ingrediente extra de rareza que la convirtió en el artefacto que encendió la llama del culto. Su artífice es más excéntrico que la película, lo que suma a la leyenda. Cuando The Room se hizo famosa entre algunos cinéfilos, nadie sabía el origen de Tommy Wiseau, ni su fecha de nacimiento, así como tampoco de donde sacó la fortuna para hacer una película que se ve tan barata en todos los aspectos. Alrededor de 6 millones de dólares costó algo que al verlo nadie puede imaginar cómo pudo costar más del 1% de esa cifra. Se filmó en digital y fílmico al mismo tiempo porque el director no sabía que era mejor. Se reconstruyeron decorados que estaban disponibles en locaciones reales sin costo alguno. Se hicieron efectos especiales inútiles para filmar en una terraza hecha en estudios. Nada de eso se ve bien. Pero su extravagancia se percibe de algún modo y genera interés, algo así como un morbo raro algo que habrá que sumarle la fiesta en sí misma que es ver esta película en sala llena. Los diálogos, muchos de ellos memorables, son recitados por el público de memoria en cada función. La película está editada en Blu-Ray y obviamente hay merchandising. Tommy Wiseau asiste a muchas de estas funciones e interactúa con los fans. A su manera se convirtió en la estrella que siempre soñó.El Prince Charles Cinema, en Leicester Square, LondresEl Prince Charles Cinema, en Leicester Square, Londres

Pero más divertido que ver The Room es que alguien nos cuente la historia. La película es especial, pero también es muy aburrida y son solo algunos instantes los que la hacen atractiva. El mejor amigo y coprotagonista en el film, Greg Sestero, subido al culto por el film, escribió un libro llamado “The Disaster Artist: My Life Inside The Room, the Greatest Bad Movie Ever Made”. Ese era el empujón que necesitaba la historia para ir un paso más allá. Para convertirse, ahora sí, en la película de culto más conocida del siglo.

A partir del libro de Greg Sestero es que el actor James Franco tomó para dirigir The Disaster Artist: Obra maestra (2017) que cuenta la historia del rodaje de The Room. Como había ocurrido años atrás con Ed Wood (1994) de Tim Burton, de un mal cineasta termina surgiendo una película mucho mejor que el material que la inspira. Un dato curioso es que Wiseau y Sestero son admiradores de James Dean y James Franco interpretó a James Dean en una película biográfica, por lo que Tommy y Greg siempre consideraron que Franco era un posible candidato para interpretar a Wiseau en la adaptación del libro. En la película, claro, hay cameos de Tommy y Greg, porque además Wiseau lo pidió para autorizar el proyecto y lo tuvieron que poner por escrito para que se cumpla.PlayTráiler de “The Disaster Artist”

The Disaster Artist, película que se se puede ver en Netflix,logró que Tommy Wiseau llegara a subirse al escenario de los Globos de Oro junto a James Franco cuando este recibió el premio a mejor actor. La cara de Wiseau en ese momento fue impagable y James Franco hizo lo que pudo para evitar que se le tirara encima e hiciera un discurso. La película terminó recibiendo una nominación al Oscar a mejor guión adaptado. Ni en sus fantasías más salvajes Wiseau imaginó que The Room terminaría recibiendo premios por todos lados. Gracias a The Disaster Artist ese deseo de alguna manera se cumplió.

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