- por Reyna Paz Avendaño
“Dímosles tal mano, que en pocas horas murieron más de tres mil hombres”, es el comentario insensible de Cortés, añade José Luis Martínez, y de igual manera el pensamiento de Bernal Díaz del Castillo: “Se les dio una mano que se les acordará para siempre, porque matamos muchos de ellos”
Hace 500 años, el disparo de una escopeta fue la señal para que los españoles iniciaran la matanza de más de tres mil indígenas en Cholula, Puebla. La justificación de Hernán Cortés fue que los cholultecas los habían traicionado ya que preparaban una emboscada a sus tropas el día que partirían hacia México-Tenochtitlan.
Crónica presenta una cronología de octubre de 1519 acompañada de un mapa informativo en Google Maps (https://drive.google.com/open?id=1ev451extqNR-sjGkRAs_Vdca8bOBwjCw&usp=sharing), recreado a partir de tres obras: Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo; Hernán Cortés, de José Luis Martínez; y La conquista de México, de Hugh Thomas.
Después de estar en Tlaxcala, los españoles decidieron avanzar por Cholula y así, entrar directamente a la ciudad de México-Tenochtitlan.
“Después de permanecer algo más de veinte días en Tlaxcala, los representantes de Motecuhzoma propusieron a Cortés que se trasladara a Cholula. De nuevo, opinaron en contra los tlaxcaltecas previniéndolo contra la emboscada que se les preparaba, ordenada según ellos por el señor de Tenochtitlan. A pesar de la advertencia, Cortés emprendió el viaje, el 11 de octubre”, escribió José Luis Martínez.
Los tlaxcaltecas lamentaron la decisión e hicieron que cien mil hombres acompañaran a Cortés. Los españoles llegaron a Puebla y según Hugh Thomas, acamparon en campo abierto la primera noche, cerca de una acequia próxima al río Atoyac. Al siguiente día, entraron a Cholula.
Ahí pidieron a Malitzin que hablara con los indígenas para que enviaran a sus gobernantes y negociaran su estancia en la ciudad, además de pedirles comida, adorar a su dios y que dejaran de hacer sacrificios humanos.
Los cholultecas se negaron, entonces Cortés dijo que para no causar molestias, partirían hacia Tenochtitlan al siguiente día. Sin embargo, los españoles se enteraron que los cholultecas preparaban una emboscada.
“Averiguaron que en las calles y caminos se habían hecho trampas disimuladas, que tenían al fondo agudas estacas para que cayesen los caballos; que algunas calles estaban tapiadas, que en las azoteas se acumulaban piedras y que las mujeres y los niños habían sido evacuados. Decíase que en las afueras de la ciudad había un escuadrón de 20 o 50 mil soldados de Motecuhzoma, lo cual nunca se probó”, escribió José Luis Martínez.
Bernal Díaz del Castillo narra que ocho tlaxcaltecas informaron a Cortés: “Esta ciudad está de mala manera, porque sabemos que esta noche han sacrificado a su ídolo, que es el de la guerra, siete personas, y cinco de ellos son niños, porque les dé victoria contra vosotros”.
Cortés interrogó a unos sacerdotes cholultecas y confirmaron los rumores: “El señor de México mudaba cada día sus instrucciones, pero que las últimas eran que, como Tezcatlipoca y Huitzilopochtli se lo habían aconsejado, que en Cholula matasen o llevasen atados a México a los españoles para sacrificarlos allá, y que se reservasen veinte de ellos para ofrecerlos a los ídolos de Cholula”.
Las narraciones añaden que una mujer se acercó a Malitzin para advertirle de la emboscada, que huyera con ella porque le gustaba para ser la esposa de su hijo. Entonces, Marina agradeció la oferta, fingió aceptar y pidió tiempo para recoger sus cosas e informar a Cortés.
José Luis Martínez escribió que el martes 18 de octubre era la fecha fijada para que los españoles salieran de Cholula.
“Para que lo auxiliaran en el transporte de su fardaje y en el camino, Cortés había solicitado a los cholultecas dos mil hombres de guerra. Llegaron muchos más que los solicitados y los hicieron entrar en unos patios. Con el pretexto de despedirse, hizo llamar a los señores principales, les echó en cara la emboscada que le preparaban, los hizo atar y les anunció que morirían por ello”.
Y luego mandó soltar una escopeta, cuenta Díaz del Castillo, señal que tenían para iniciar la matanza.
“Dímosles tal mano, que en pocas horas murieron más de tres mil hombres”, es el comentario insensible de Cortés, añade José Luis Martínez, y de igual manera el pensamiento de Bernal Díaz del Castillo: “Se les dio una mano que se les acordará para siempre, porque matamos muchos de ellos”.
Hugh Thomas indica que los cholultecas no llevaban armas por lo que en dos horas mataron “a cien señores” y “tres mil indios”:
“Los tlaxcaltecas y los totonacas saquearon la ciudad y prendieron fuego a las casas y a los templos más importantes. El templo en honor de Huitzilopochtli ardió durante dos días. Muchos sacerdotes se arrojaron desde su cima para evitar ser capturados o morir en manos de los tlaxcaltecas”, escribió Thomas.
Después de la matanza, sacerdotes cholultecas y la mujer que avisó a Malitzin le rogaron a Cortés que perdonara la traición.
“Y Cortés, cuando se lo decían, mostró tener gran enojo y mandó llamar a los embajadores de Moctezuma, que estaban detenidos en nuestra compañía, y dijo que puesto que toda aquella ciudad merecía ser asolada, que teniendo respeto a su señor Moctezuma, cuyos vasallos son, los perdona, y que de ahí en adelante sean buenos”, detalló Díaz del Castillo.
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Cholula, el sitio donde Hernán Cortés masacró indígenas hace 500 años
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