En un giro inesperado y alarmante, la capital del estado, Chihuahua, ha superado a Ciudad Juárez en tasa de homicidios en los primeros días de julio de 2024, marcando una nueva etapa en la crisis de violencia que azota la región. Mientras que la ciudad fronteriza ha sido históricamente el epicentro de la violencia en el estado, la situación en la capital parece estar empeorando de manera exponencial.
Según los datos más recientes proporcionados por las autoridades locales, Chihuahua reporta una tasa de 1.9 homicidios por cada 100,000 habitantes, superando a Juárez, que presenta una tasa de 1.7 homicidios por cada 100,000 habitantes. Esta situación es un indicio claro de que la violencia, lejos de ceder, se está intensificando en la capital, donde en los primeros nueve días de julio se registraron 19 homicidios. En contraste, Juárez, a pesar de su mayor población, reportó 26 asesinatos en el mismo periodo, una diferencia de solo siete casos que resalta la agudización del problema en Chihuahua.
Este cambio en las estadísticas refleja una tendencia inquietante. Históricamente, Ciudad Juárez ha acumulado cerca del 60% de los homicidios a nivel estatal, mientras que Chihuahua capital solo representaba alrededor del 24%. Sin embargo, la reciente violencia desenfrenada en Chihuahua indica una nivelación alarmante de estos índices.
El incremento en la violencia se ha manifestado en una serie de eventos macabros, con la última masacre ocurrida el 28 de junio en el ejido de Nuevo Delicias, que dejó seis víctimas mortales. El comisario de la Dirección de Seguridad Pública Municipal, Julio Salas González, ha señalado que la reciente ola de homicidios se debe en parte a la intensa confrontación entre los grupos criminales «La Empresa» y «Gente Nueva», con la posibilidad de la aparición de un tercer grupo en conflicto. A pesar de sus promesas de detenciones y acciones inmediatas, la realidad sugiere que la respuesta de las autoridades es insuficiente frente a la magnitud de la crisis.
¿Hasta Cuándo?
Salas González ha garantizado que esta semana se llevarán a cabo detenciones para combatir la violencia, argumentando que las estrategias actuales serán reforzadas y adaptadas según sea necesario. No obstante, sus declaraciones parecen más una mezcla de promesas vagas y llamados a la cooperación federal que un plan concreto para enfrentar una realidad violenta que ha superado todas las expectativas.
La creciente violencia en Chihuahua expone una debilidad estructural en las políticas de seguridad, donde las medidas parecen ser reactivas en lugar de preventivas. La situación revela una falta de preparación y una alarmante descoordinación entre las distintas fuerzas policiales y de seguridad, así como una dependencia excesiva de la intervención federal.
La realidad es que, mientras las promesas se hacen y las estrategias se ajustan, la violencia sigue escalando. Chihuahua no puede esperar a que el gobierno federal intervenga, ni puede continuar con políticas que se limitan a medidas superficiales. La capital del estado necesita una respuesta más robusta y efectiva, no solo de las autoridades locales, sino también de todos los niveles de gobierno.
La desesperación de los ciudadanos frente a esta ola de violencia es palpable. El tiempo de las palabras se ha acabado; es hora de que las acciones hablen por sí mismas. Si las autoridades no logran revertir esta espiral de violencia, el costo será cada vez más alto para todos los habitantes de Chihuahua.
¡Es el momento de actuar antes de que sea demasiado tarde!Este enfoque crítico destaca tanto la falta de progreso en la gestión de la violencia como la urgencia de una respuesta más efectiva por parte de las autoridades locales y federales.