Eduardo Arredondo Delgado
César Duarte es un político experimentado que aún no está vencido. Logró ser extraditado y ante las fallas de la justicia mexicana tiene todas las oportunidades.
Probablemente sean seis meses o antes, cuando sienta el viento del cambio.
Saldrá de la cárcel, pero sus detractores consideran que deberá de pagar por su incursión en la cleptomanía. Robó a todo un estado, pero otros creen que Javier Corral lo superó.
César Duarte significó un Robin Hood deteriorado, autoritario pero que en su mandato resolvió muchas de las necesidades de Chihuahua. El narco menguo loa arregló.
Tenía todo para ser un buen gobernante, hasta que su mismo equipo lo marearon y se dejó manipular. Unos le dijeron: serás presidente de México y otros será presidente del Pri. Ninguna de las dos.
Se le veía en todas partes y el poder lo gozaba desde tomarse una copa hasta subirse a un costoso helicóptero.
El poder es para poder dijo, y tomaba vino de botellas de 25 mil pesos o más.
Su poder era casi ilimitado hasta que terminó el sueño y lo peor fue ser atrapado en Florida.
César Duarte está en Chihuahua luchando contra el odio del Pan y el recuerdo de un hombre que lucro con todo.
No ha perdido su capacidad, pero se le recuerda en la Sierra de Chihuahua cunado en pocos minutos arreglaba problemas de veinte años.
La cultura creció con un Festival monótono pero que lo abrió a otra dimensión.
Ricardo Yañez un colaborador suyo se volvió loco y otros más cayeron en desgracia, cuando el poder y el dinero les habían vaciado las neuronas.
Tenía 180 ladrones y un botín para pocos.
El exmandatario saldrá pero por la puerta de enfrente.
Maru y Duarte son uno mismo, es lo que dicen.