El día de hoy salió a declarar, en medios, un mequetrefe; según él y su retorcida visión de las cosas, el suscrito está en contubernio con Maru Campos “para aplazar el proceso penal hasta que el delito prescriba”.[1] ¿La prueba? Mis publicaciones, las cuales, hacen presumir que estoy del lado de María Eugenia.
El pobre, no es más animal porque no es más grande. Si la estupidez doliera, andaría por la vida en un grito; y no rebuzna porque no da el tono (ni para eso sirve). En esas pequeñas líneas, caben tanta ignorancia, tanta estulticia y tanta mala fe, que lo más parecido que hallo a este sujeto, es un grano con pus.
Primero, carezco de facultades, de competencia y de talentos para poder aplazar ese y cualquier otro proceso penal presente o futuro. Ni creo, tampoco, que el Tribunal se preste para tamaña desvergüenza.
Segundo, hacer una descalificación de esas dimensiones y sin pruebas, además, no solo resulta vergonzoso, sino ultrajante y ofensivo. Cualquier patán que se precie, ya no de ser abogado, sino de haber pasado por una facultad de leyes, sabe que quien afirma está obligado a probar. Por decencia, por un mínimo de decoro, debería de sustentar sus dichos con medios de prueba cabales y pertinentes; obrar de otra manera lo envilece a él y a quienes, a él sí, lo cobijan o apoyan en sus sinsentidos.
Tercero, mentir con descaro para sacar adelante una campaña que hace aguas por todos lados es la estrategia típica de los perdedores. Cualquiera sabe que recurrir a ese tipo de tácticas es propio de quien va muy atrás en las encuestas y lo sabe. Las patadas de ahogado y el circo mediático, dan fe, esas sí, de que electoralmente MORENA está perdido en Chihuahua por lo que solo les queda la maroma y el teatro.
Cuarto, hacer equipo con gente como Lucha Castro, quien a su paso por el Tribunal luego de una brutal e ilegal imposición se distinguió por la falta de transparencia y el desaseo en su labor, da cuenta de quién está detrás de esa “causa” (si así se le puede llamar a esa sarta de infundios), de lo desesperado que está en Palacio tronándose los deditos, de los extremos a los que puede llegar en su abatimiento y de la urgencia de echar mano de cualquier trapo que le sirva, si no para alcanzar sus mezquinos objetivos, por lo menos para lavarse la cara frente a la magnitud de su fracaso en todos los órdenes, en todos los frentes y a cada rato.
Quinto, hay que ser muy mentecato para no darse cuenta de lo obvio y pretender “inferir” de mis escritos, que estoy del lado de María Eugenia. ¡Claro que lo estoy, tarado! ¡Es obvio! Ahora explica cómo, mis preferencias como ciudadano o editorialista, contrarían la Ley; porque, por si no te has dado cuenta, es como ciudadano y como cronista que escribo, al margen de cualquier otra consideración o investidura.
Sexto y termino, como dicen que decía el General Pancho Villa: “el que agarra los fierros, a los fierros se atiene”. Al payaso que me calumnia, si no fuera tan patético, lo invitaría a debatir; no lo hago por la sencilla razón de que sería darle talla, e inmerecido foro, a un enano intelectual. El pobre infeliz no puede razonar con meridiana claridad, menos podría poner en orden dos o tres oraciones sin tropezar en el intento. Para evitarle el ridículo, lo exculpo desde aquí. Sin embargo, le pido, le ruego, le exijo, que legalmente pruebe sus dichos y que demuestre cómo es que yo, personalmente, he colaborado en el asunto de Maru “para aplazar el proceso penal hasta que el delito prescriba”. Si no lo hace, de nuevo le pido y le exijo, que ofrezca disculpas públicas por sus falaces declaraciones; de lo contrario, quedará como lo que verdaderamente es: un tullido mental, un mentiroso, un cobarde y un poco hombre incapaz de sostener su palabra.
Me pondría a las órdenes del menso ese, pero, la verdad, ni tiempo ni ganas. Vamos a ver si es tan bobo de ponerse el saco y recoger el guante.
Luis Villegas Montes.