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(EFE).- El director español Carlos Marqués-Marcet acaba de estrenar en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) su cuarta película, ‘Polvo serán’, una tragicomedia musical sobre la eutanasia que, reconoce el realizador, es su trabajo más maduro.
‘Polvo serán’, interpretada en sus principales papeles por Angela Molina, Alfredo Castro y Mònica Almirall, es una coproducción entre España y Suiza, también cuenta con la música de María Arnal y la danza de La Veronal para construir las vicisitudes de una pareja de avanzada edad que se plantea poner punto final a sus vidas.
En Toronto, Marqués-Marcet explicó a EFE como el proyecto está anclado en una situación real y porqué tomó la particular decisión de contar la historia con el formato de un musical.
«La película empezó como un proyecto con unos amigos que querían hacer esto en su vida real. Nos dimos cuenta de que, en ciertos momentos, los diálogos no fluyen, y lo que surge es música o baile», declaró el realizador catalán que ganó el Goya al Mejor Director Novel con su primer largometraje, ‘10.000 km’.
Además, Marqués-Marcet destacó que la música ha sido siempre parte de los últimos momentos de nuestras vidas.
«En Suiza, en la asociación Dignitas (dedicada a proporcionar eutanasia y que colaboró en la película) se le da mucha importancia a la música en los momentos finales, como acompañamiento. La música tiene algo casi ancestral, previo al lenguaje, y por eso la hicimos solo con voz y percusión, lo más esencial», explicó.
El director definió ‘Polvo serán’, que ha sido seleccionada para inaugurar en octubre la 69 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), como «una tragicomedia musical».
«En realidad va sobre lo que van la mayoría de las películas: sobre el amor y la muerte. No es una película sobre el duelo, una película sobre la pena, la tristeza de pasar, sino una película sobre cómo confrontar el desaparecer uno mismo, que es algo absurdo y ridículo cuando lo piensas», matizó.
La historia está construida alrededor de Ángela Molina y el actor chileno Alfredo Castro a los que acompañan el «descubrimiento» de Almirall.
«En cuanto al casting, tampoco es que fuese muy original. Ángela Molina para el personaje (de Claudia) creo que es muy obvia, no es un tipo de casting que pienses en alguien más. Alfredo Castro sí quería que fuese alguien de fuera, quizá argentino o chileno, por algo que viví mucho en Barcelona con mi madre psicoanalista», señaló.
«Mònica Almirall fue como un descubrimiento; la había visto en montajes como directora de teatro y en otros roles, y me pareció espectacular», continuó.
Marqués-Marcet reconoció que ‘Polvo serán’ es una película arriesgada que representa un paso adelante en su carrera.
«Sí, sí que siento, por un lado, que con las tres primeras películas estaba todavía buscando, porque a veces me da un poco de rabia esta idea de que el director, ya en su primera película, tiene que saber su estilo. Y lo qué pasa es que al final la gente acaba copiando estilos de otros y aplicándolo a lo suyo. Luego a lo mejor refinas, pero creo que hay poco espacio para que puedas encontrar tu propio lenguaje», explicó.
«Sí que intentaba un poco, al menos en las otras películas, ponerme formalmente y estilísticamente a prueba. Aunque obviamente todas tratan temáticas parecidas, sí que intenté cambiar por la cuestión de probarme. Y sí sentía que en esta película, de alguna manera, estilísticamente y formalmente, estaba diciendo: ‘Vale, esto es lo que yo tengo que decir’. Sentía como por primera vez que tomaba un riesgo», añadió.
Y tras el estreno mundial el sábado de ‘Polvo serán’ en TIFF, uno de los festivales más importantes del mundo que concluye el 15 de septiembre, Marqués-Marcet expresó su satisfacción por la recepción del público canadiense.
«Tenía mucha curiosidad, sobre todo porque al final es una película arriesgada en muchos sentidos. Fue muy bonito percibir esa energía y luego que el público es muy inteligente, que hacen preguntas muy interesantes, y se agradece mucho que sea un festival también de público», concluyó.
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