Caifanes los abraza y los pone a cantar, les recuerda otra vez el capítulo nefasto feminicidios en CJ
Eduardo Arredondo Delgado
A Caifanes le bastó aparecer sobre el escenario del Teatro del Pueblo de la Feria de Santa Rita para ser ovacionados. Y les “perdonaron” la demora y el cansancio de la larga espera. Salieron al escenario pasadas las 930pm, cuando el público ya aguardaba por poco más de dos horas.
No fue el regreso de la alineación original de Caifanes que en algún momento se había rumorado el año pasado, solo que esta encarnación, la última, suena tan profesional como la de los años mozos, con Alejandro Marcovich y Sabo Romo, con quienes escribieron los episodios más significativos de la banda. Y para estos momentos ya en el 2023, Saúl Hernández, el comandante de Caifanes ya no canta como antaño, normal en un artista que bebió de todos los excesos posibles conocidos en la faz de la Tierra cuando Marusa Reyes la representante, tenía absolutamente todo el control de Hernández y la banda.
Caifanes cuya agrupación se fundó a fines de la década de los ochenta, primero como un estrafalario y experimental grupo bautizado como, Las insólitas Imágenes de Aurora abrió su concierto con “Los Dioses Ocultos”, cuya pieza cimbró la feria, y desde cualquier rincón fue coreada.
Aparentemente de buen humor, Saúl saludó como dice él, “a toda la raza” y desde ahí no dejó de cantar, entonar las piezas celebres de la banda que a la postre se convirtió por méritos propios en uno de los máximos grupos del rock en español o en tú idioma, que antaño una casa disquera lanzaría una campaña publicitaria.
Caifanes hilvanó un set de piezas clásicas en su discografía como Nubes, Viento, Nunca te doblarás y cada una de las piezas fue cantada y coreada, mientras Saúl y sus huestes calentaban lo que sería una larga noche.
El sonido brilló por su nitidez y el público respetuoso no causó estragos, haciendo del teatro del Pueblo un lugar para escuchar, ovacionar y aplaudir.
El momento álgido de la noche fue cuando Saúl recordó los eventos nefastos de cientos de feminicidios alrededor de México, principalmente en Ciudad Juárez, cuya herida no ha cicatrizado. Entonces Caifanes presentó el video del tema de Vivir Quintana, “Canción sin miedo”, una denuncia al poder por los abusos
históricos en contra de la mujer, y la herida abierta de aquel atroz sexenio de Francisco Barrios, cuando los feminicidios eran algo tan natural como acusar a un chivo expiatorio, un egipcio, Abdel Latif Shafid, a quien nunca se le pudo comprobar todos aquellos crímenes que decía la autoridad en la época del panista. Sharif moriría a los 59 años dentro de las rejas y con una averiguación sin sentido y sin comprobar nada. Siguieron los crímenes y el dentro del penal.
Marco Rentería (bajo) y el ex Dr Panic, Rodrigo Baills (guitarra) con gran solvencia técnica y ambos con presencia escénica no demeritaron el concierto y después de algunos años han hecho de un ensamble contundente, pese a que Caifanes ya es lo mismo, apenas en ocasiones incorporando algunos arreglos a sus temas más conocidos con el talento del tecladista, Diego Herrera.
Caifanes concluyó su recital con La Célula que explota y el cover esperado: La Negra Tomasa.
Así Caifanes celebró otra ceremonia, otro ritual ante quizás más de cinco mil personas que los siguen incluyendo niños y jóvenes que no habían nacido cuando Saúl Hernández quería ser un Robert Smith o un The Cure región 4, o región globalifóbica.
Fotos: Eduardo Arredondo