CIUDAD DE MÉXICO.- Iván Hansen es un policía danés retirado de 67 años, quien ahora revisa minuciosamente cada producto que coloca en su carrito de compras. Su objetivo es claro: evitar cualquier artículo fabricado en Estados Unidos.
Se despide de la Coca-Cola, las almendras californianas y el vino Zinfandel. Para él, es una forma de protesta contra las nuevas políticas del presidente Donald Trump con respecto a sus aranceles.
Hansen también está indignado por la amenaza de Trump de apropiarse de Groenlandia, un territorio danés, así como por sus advertencias de tomar el control del Canal de Panamá y Gaza. También le preocupa la relación de Trump con Elon Musk, quien tiene lazos con la extrema derecha y realizó lo que muchos interpretaron como un saludo nazi con los brazos extendidos. Incluso confesó que hoy ve a Estados Unidos como una amenaza mayor que Irán.
“Trump realmente parece un abusador que intenta por todos los medios intimidar y amenazar a otros para salirse con la suya”, expresó, según el medio The Associated Press. “Lucharé contra ese tipo de cosas”.
Un movimiento en crecimiento
Hansen no está solo. En toda Europa y Canadá, miles de consumidores se suman a un boicot a productos estadounidenses. Grupos en redes sociales han crecido rápidamente, con usuarios compartiendo estrategias para evitar marcas de EU y encontrar alternativas europeas.
Según el medio fortune, las búsquedas en Google han aumentado con términos como “Boicot a EU” tras los nuevos anuncios de aranceles por parte de Trump.
En Dinamarca, el Grupo Salling ha implementado una etiqueta especial para identificar productos europeos en respuesta a la creciente demanda de los consumidores.
“Nuestras tiendas seguirán ofreciendo marcas de todo el mundo, y los clientes siempre tendrán la libertad de elegir. La nueva etiqueta es solo un servicio adicional para quienes deseen comprar productos con marcas europeas”, comentó el director ejecutivo, de Grupo Salling, Anders Hagh, en una publicación de LinkedIn .
Por su parte, Elsebeth Pedersen, residente de Faaborg, decidió comprar un automóvil, pero descartó cualquier opción fabricada en Estados Unidos.
“Antes de que Elon Musk se volviera loco, un Tesla podría haber sido una opción. Y quizás un Ford”, dijo.
Empresarios también se están sumando a la protesta. Romain Roy, dueño de una empresa de paneles solares en Francia, canceló la compra de 15 vehículos Tesla a pesar del costo adicional de elegir modelos europeos.
Reacciones en distintos sectores
El boicot no solo afecta el consumo individual. En Alemania, las ventas de Tesla han caído drásticamente, y la policía investiga incendios en cuatro vehículos de la marca.
En Francia, el agricultor Edouard Roussez creó el grupo “¡Boicot a Estados Unidos, compre productos franceses y europeos!”, que en dos semanas ha sumado más de 20.000 miembros.
Para algunos, la decisión de dejar productos estadounidenses es sencilla. Bo Albertus, administrador de un grupo danés de Facebook con 80.000 seguidores, eliminó Pepsi, Heinz y Colgate de su lista de compras. Sin embargo, admite que ha sido más difícil dejar Netflix o productos con ingredientes de origen estadounidense.
¿Qué impacto tendrá?
Olof Johansson Stenman, economista de la Universidad de Gotemburgo, cree que el boicot puede generar un efecto psicológico en la percepción de los estadounidenses, pero es poco probable que modifique las políticas comerciales del país.
Aun así, para los consumidores involucrados, se trata de una declaración de principios.