Laura Martin – BBC Culture
En 2013, una notable historia de supervivencia contra todo pronóstico acaparó los titulares.
Era la historia de una joven que había lanzado una app de bienestar de enorme éxito de ventas con sus consejos de cómo había vencido el cáncer.
Apenas cuatro años antes, en 2009, a la bloguera australiana Belle Gibson, que entonces tenía 20 años, se le había diagnosticado, según sus propias palabras, un «cáncer cerebral maligno» y le habían dado «seis semanas, cuatro meses como máximo» de vida.
Sin embargo, afirmó que había optado por retirarse del tratamiento de quimioterapia y radioterapia y, en su lugar, se había embarcado en «una búsqueda para curarme de forma natural… a través de la nutrición, la paciencia, la determinación y el amor».
Tras reunir 200.000 seguidores en Instagram (que en aquel entonces estaba en sus inicios) que leían con entusiasmo su trayecto hacia la sanación, Gibson lanzó una aplicación de bienestar y nutrición que fue un éxito de ventas.
Después publicó un libro de cocina llamado The Whole Pantry («Toda la despensa»), en el que afirmaba que había sido su dieta la que la había llevado a la curación de su enfermedad terminal e inspiraba a otros a seguirla en su misión de «empoderarme para salvar mi propia vida».
La revista Elle Australia la calificó como «la mujer más inspiradora que has conocido este año», y en 2014, otra publicación, Cosmopolitan, le otorgó un premio por ser «una mujer divertida y valiente».
Pero todo era mentira.
A Gibson nunca le habían diagnosticado un cáncer cerebral, ni «cáncer en la sangre, el bazo, el cerebro, el útero y el hígado» que dijo, en una publicación de Instagram en 2014, que también le habían diagnosticado.
Entonces comenzaron a surgir rumores en los medios australianos de que podía ser una impostora.
Finalmente, en abril de 2015, admitió la verdad en una entrevista con la revista Women’s Weekly.
«No, nada de eso es verdad», declaró, pero se negó a asumir más responsabilidad y sólo agregó veladamente: «Sigo saltando entre lo que creo que sé y lo que es la realidad. Lo he vivido y todavía no he llegado allí».
Dramatizando su historia
Esta distorsión de la realidad y la gimnasia mental de las «explicaciones» de Gibson sobre sus acciones son la columna vertebral de Apple Cider Vinegar («Vinagre de manzana»), una sugerente miniserie de Netflix que dramatiza todo el escándalo.
Para contar la historia, la productora Samantha Strauss se apoya en la inestable relación de Gibson con la verdad.
Desde la caótica línea de tiempo, que salta entre personajes y eventos desde antes de 2009 hasta 2015, hasta la forma en que combina hechos reportados con secuencias ficticias, la miniserie hace que sea deliberadamente difícil poder comprender lo que realmente sucedió.
Por ejemplo, hay un montaje exagerado donde los personajes principales hacen playback al ritmo de Toxic de Britney Spears, y está la aparición de un personaje médico que Gibson afirma que la trató, pero cuya existencia nunca se ha demostrado.
Dicho esto, ¿cómo podría una serie basada en una mentirosa patológica ser interpretada de manera completamente honesta?
Cabe destacar que, tras las consecuencias de Baby Reindeer («Bebé reno») el año pasado (Netflix está siendo demandada por una mujer que afirma haber sido identificada por la serie que declaraba «Esta es una historia real» al comienzo de cada episodio), Apple Cider Vinegar introduce el drama con una advertencia ligeramente diferente en cada episodio.
Declara: «Esta es una historia verídica basada en una mentira» y «Lo que sigue está inspirado en una historia real. Algunos personajes y eventos han sido creados o son ficticios».
Por más que esta novelización pueda ser un juego con la verdad, sin duda da lugar a una historia convincente (e impactante).
Siguiendo los pasos trillados de otros dramas televisivos sobre estafadores, Apple Cider Vinegar se posiciona, tanto en estilo como en temática, junto a miniseries de Netflix como Inventing Anna, que se centraba en la «falsa heredera» Anna Delvey/Sorokin, condenada por intento de hurto mayor y hurto en segundo grado en 2019.
O como The Dropout (Hulu/Disney+), en la que Amanda Seyfried interpretó a Elizabeth Holmes, la estafadora de Silicon Valley que falsificó diagnósticos de análisis de sangre con su empresa de tecnología médica Theranos y en 2022 fue condenada por cuatro cargos de fraude. Holmes todavía está cumpliendo su condena de 11 años y tres meses.
Al igual que Sorokin y Holmes antes que ella, Gibson (interpretada con una encantadora y escalofriante duplicidad por Kaitlyn Dever de Dopesick) también es retratada como la encarnación del final de la «cultura del hustle«, donde «vive deprisa y sin descanso hasta que lo logres» termina convirtiéndose en una ideología peligrosa, en lugar de un mantra positivo de autoayuda.
Gibson fue una de las primeras de una nueva generación de estafadores que usaban las redes sociales y las aplicaciones para engañar a la gente (véase también a Simon Leviev, el estafador de Tinder, que estafaba a mujeres en aplicaciones de citas, o a Hargobind Tahilramani, la estafadora de Hollywood, que explotaba a gente que trabajaba en la meca del cine haciéndose pasar por actores y directores famosos).
Pero incluso comparado con estos escándalos de estafa posteriores, el fraude de Gibson sigue siendo un engaño asombrosamente cruel: fingía una enfermedad terminal en grupos de apoyo en línea para explotar a personas vulnerables de una manera que le otorgaba ganancias comerciales y fama.
«Lo que hay que entender es que Belle no tiene amigos, tiene anfitriones», dice el personaje de la representante de Gibson, Chanelle (Aisha Dee), que está basada en su examiga de la vida real Chanelle McAuliffe.
«Si, y solo si, te considera valiosa, encontrará una manera de unirse a tí».
El impacto dañino que tuvieron las mentiras de Gibson se destaca por las historias yuxtapuestas de otras dos mujeres en la serie.
Milla Blake (interpretada por Alycia Debnam-Carey) es una periodista de 22 años que descubre que tiene sarcoma epitelioide y escribe un blog sobre su enfermedad.
Está basada en la vida real de Jessica Ainscough, que saltó a la fama en internet al mismo tiempo que Gibson con su sitio web, Wellness Warrior, en el que documentó su lucha tras ser diagnosticada con el mismo cáncer.
Ainscough también promovió el uso de terapias alternativas controvertidas, como las que ofrece el Instituto Gerson en México, que ofrece un tratamiento que dice activar «la extraordinaria capacidad del cuerpo para curarse a sí mismo mediante una dieta orgánica basada en plantas, jugos crudos, enemas de café y suplementos naturales».
Pero Ainscough murió posteriormente de cáncer, a los 30 años.
Apple Cider Vinegar también debería ser una señal de alarma para cualquiera que siga ciegamente los consejos médicos de influencers sin cualificaciones médicas.
En la serie, Gibson se obsesiona con Blake, primero convirtiéndose en parte de su comunidad en línea, luego apropiándose no solo de sus experiencias de cáncer, sino también de su tono de voz y frases, para crear su propia personalidad en las redes sociales.
Al igual que Blake, Gibson pretende ser una amiga confiable, amorosa y honesta para sus seguidores, dando consejos de vida y abogando firmemente por tratamientos alternativos para las enfermedades.
(Para los curiosos: el título Apple Cider Vinegar proviene de una anécdota que Gibson contó en la que bebió vinagre de sidra de manzana y afirmó haber eliminado una lombriz solitaria que tenía en la boca).
Ambas chicas se muestran compitiendo sombríamente para convertirse en la influencer favorita que lucha contra el cáncer en las redes sociales.
Un tercer personaje, Lucy (Tilda Cobham-Hervey), es ficticio, pero es una persona importante para incluir en la historia.
Ella representa a un número incuantificable de seguidores de Gibson a quienes se les diagnosticó cáncer y que pueden haber sido influenciados a dejar los tratamientos convencionales aprobados por la medicina para combatir su enfermedad con las sugerencias de la influencer.
Éstas incluían, entre otras cosas, comer vegetales orgánicos y probar la medicina ayurvédica, la oxigenoterapia y la terapia craneosacral.
Es fácil ver cómo el mundo de escenarios perfectos de jóvenes con coronas de flores en retiros de bienestar que se publica en las redes sociales puede percibirse como un espacio seguro, atractivo y reconfortante para quienes lo necesitan.
Pero la serie elimina estas imágenes cuidadosamente construidas para mostrar la enfermedad de la realidad subyacente.
Como se detalla en la serie, la denuncia de Gibson llegó con el trabajo de dos periodistas de investigación del periódico australiano The Age, Beau Donelly y Nick Toscano, quienes escribieron conjuntamente el libro de 2017, The Woman Who Fooled the World («La mujer que engañó al mundo»), en el que se basa la serie.
A principios de 2015 descubrieron que solo se habían pagado aproximadamente US$4.400 de los US$188.500 que Gibson declaró haber donado a varias organizaciones benéficas.
Una vez que se conocieron estas irregularidades financieras, surgieron sospechas sobre las historias contradictorias en torno a su salud y, después de su entrevista confesional en Women’s Weekly, participó en otra entrevista televisiva desconcertante en el programa 60 Minutes Australia en junio de 2015.
En ella una vez más admitió su engaño hasta cierto punto, pero también afirmó ser la víctima, diciendo que había sido «embaucada» y «estafada» por el ya mencionado médico charlatán, al que nunca se le ha visto, aparentemente llamado «Mark Johns» o, en otra ocasión, «Dr Phil».
En la exploración que hace el programa sobre la atracción que despiertan Gibson y otros gurús fraudulentos de la salud y la espiritualidad, el personaje de Hek (Phoenix Raei), el agente de relaciones públicas y gestión de crisis de Gibson, llega al meollo del asunto.
«¿No es eso un poco de magia?», pregunta. «Bebe un poco de esto y estarás limpio. Serás puro de nuevo. ¿No es eso esperanzador? Pagaría cualquier cosa solo para sentirme un poco mejor, un bálsamo para aliviar el malestar, una forma de aliviar esta… tragedia de ser humano».
Es probable que Apple Cider Vinegar acumule una gran audiencia en Netflix, pero también debería ser una señal de alarma para cualquiera que siga ciegamente los consejos médicos de influencers sin cualificaciones médicas pero con un gran número de seguidores en internet.
La industria mundial del bienestar valía US$6,3 billones de dólares en 2023, pero sigue conteniendo elementos oscuros, con casos de personas que manipulan y dañan a quienes buscan terapias holísticas.
En diciembre, Hongchi Xiao, un curandero alternativo, fue condenado por homicidio involuntario después de que una mujer diabética de 71 años dejara de tomar su insulina mientras estaba en un retiro que él dirigía.
Y en 2024, la influencer de bienestar brasileña Kat Torres fue declarada culpable de trata de personas y esclavitud.
¿Qué pasó después?
En otro desafío a la convención narrativa, Apple Cider Vinegar subvierte la posdata de «¿qué pasó después?» que normalmente aparece al final de una dramatización basada en hechos reales.
Cuando el texto comienza a desplazarse por la pantalla («En 2017, el Tribunal Federal de Australia declaró a Belle Gibson culpable de engaño y…»), Gibson, interpretada por Dever, interrumpe y les dice a los espectadores: «¿Saben qué? Pueden buscarlo en Google».
«Adelante», reta a la audiencia, «vayan a buscar su información en internet». Y, por supuesto, ¿no es precisamente ahí donde comenzó todo este problema?
Esto parece una especie de evasiva, que no permite examinar el alcance total de los crímenes de Gibson.
En marzo de 2017 Gibson fue declarada culpable de cinco violaciones de la ley del consumidor, y en septiembre de ese año, el tribunal federal de Melbourne le ordenó que devolviera US$257.400 al estado de Victoria por sus falsas promesas de beneficencia.
Sin embargo, el diario The Guardian informó en 2021 que su casa había sido allanada nuevamente, debido a las multas aún sin pagar, que se informó ascendían entonces a más de US$314.000.
Ni Apple Cider Vinegar ni sus dos entrevistas reveladoras anteriores llegan al fondo de por qué Gibson llevó a cabo su elaborada farsa.
¿Fue por una infancia problemática, como ella misma afirmó, por la que se escapó de casa a los 12 años? ¿Fue por fama y atención, o todo el engaño fue simplemente un plan para ganar dinero?
Algunos podrían atribuir las afirmaciones deliberadamente falsas de Gibson al síndrome de Munchausen (una afección también llamada trastorno facticio, y definida como personas que afirman estar enfermas para «recibir algún tipo de validación psicológica, como atención, simpatía o cuidado físico»).
En un artículo de 2015 para The Guardian, el neurólogo Jules Montague escribió: «Los trastornos facticios y la simulación pueden superponerse. Los incentivos externos pueden no impulsar el comportamiento inicial, pero pueden aparecer después. Es posible que Gibson haya disfrutado inicialmente interpretando el papel de enferma, pero no rechazó el dinero que fluyó después».
En cuanto a si es una fantasiosa o más bien una «maestra manipuladora de la verdad», como la llamó Tara Brown, la entrevistadora de 60 Minutes, siempre hay dudas sobre si las personas que muestran signos de síndrome de Munchausen son pacientes o perpetradores.
Feldman le dijo a The Guardian en 2015: «A veces son ambas cosas, pero en el caso de Gibson, la audacia de sus artimañas y la [supuesta] apropiación indebida de dinero pueden hacer que la palabra ‘perpetrador’ sea más apropiada».
La de Gibson es una historia inquietante. Es una tormenta perfecta que involucra a la cultura de internet en una época en la que todavía era relativamente ingenua respecto a los estafadores, una comunidad de salud y bienestar que busca encontrar lo bueno en todos y una estafadora que tal vez sufrió con sus propios delirios.
Después de todo, ¿cómo pudo haber creído que la verdad no saldría a la luz al final?
Netflix tiene gran interés en enfatizar que a Gibson no le han pagado por su historia y que aún no se sabe qué opina de todo esto.
De hecho, Gibson rara vez ha sido vista en público desde que estalló el escándalo.
En 2020, apareció en un vídeo en Melbourne en el que afirmaba ser parte de la comunidad Omoro, un grupo étnico etíope, y dijo que ahora se llamaba «Sabontu».
También afirmó que quería recaudar fondos para la comunidad. En febrero de 2024, un periodista de Channel 9 de Australia la confrontó en una gasolinera y le preguntó por qué aún no había pagado su multa.
«Ten un poco de humanidad», respondió ella. «No he pagado cosas porque no puedo permitírmelo».
Si bien Gibson sigue siendo una de las estafadoras del «bienestar» más notorias, no será la última.
Programas como Apple Cider Vinegar siguen siendo un recordatorio vital y necesario de que internet está lleno de personas con identidades cuidadosamente construidas, tanto reales como falsas, y que la única forma de actuar de forma realmente saludable es abordar todo esto con una dosis de escepticismo.