Eduardo Arredondo Delgado
Hay cosas que llegan del cielo, es inevitable.
Alan Shoemaker, un gringo afincado desde hace años en Lquitos, Perú es un moderno chaman que utiliza la Ayahuasca, una planta sagrada para curar males psíquicos y físicos.
En su libro, “La Medicina de Ayahuasca” indica que tal vez el futuro de la sanación reside en entrar y comunicarnos con otro plano de existencia.
Advierte que hay impostores en la guía de la Ayahuasca y su contenido. Lamenta también que turistas ventajosos se aprovechen de gente buena, a menudo curanderos que no cobran nada por realizar ceremonias y solo reciben “donaciones”- muchas veces cigarros piratas que llegan al Perú y que son de baja calidad.
Alan, ya es un poco más optimista Alan, porque la planta ya es utilizada en el mundo occidente no como él quisiera, pero es un gran salto a la consciencia.
De hecho, en una visión de Ayahuasca, incluso, Alan pudo encontrar una receta para su mamá que la consumía un cáncer que terminó siendo minúsculo y erradicado por una cirugía.
El estadounidense, Alan Shoemaker cambió su vida radicalmente, cuando perdió su empleo. Era un comerciante de calzado italiano y de pronto su socio le informó que la empresa cerraría.
Después, llegó al Amazonas, quizás como una llamada divina o como otros aseguran, era un destino anunciado, que le cambió la existencia.
Alan venía de una familia con un papá al que prácticamente no conoció y que fue abandonado, porque él, su papá se volvió a casar y formar una nueva familia.
La responsabilidad quedó en una mujer abnegada que sacó adelante a sus hijos junto a una criada afrodescendiente.
Shoemaker desde joven quedó atraído por el teatro y terminó una licenciatura en la Universidad de Kentucky, teniendo grados en artes escénicas y psicología. De hecho Shoemaker fue uno de los actores más jóvenes contratados por una compañía de teatro, apenas y tenía los 15 años.