La naturaleza es capaz de crear maravillosos efectos ópticos en el cielo que guardan un gran parecido con platillos volantes DANIEL SANTOS MUÑOZ
Tras la Segunda Guerra Mundial comenzó la era moderna de la ufología. Un primer avistamiento en 1947, y posteriormente el famoso incidente Roswell, introdujeron en el vocabulario habitual términos como platillo volante, OVNI o UFO. Jamás ha podido ser demostrada científicamente la procedencia extraterrestre de nave alguna, pero quizá todo tenga una explicación más sencilla.
Muchos de los avistamientos reportan extrañas luces de colores, o formas como platillos volantes. Pues bien, la naturaleza es capaz de crear maravillosos efectos ópticos y nubes con forma de lenteja que guardan un gran parecido con platillos volantes.
Los efectos ópticos en el cielo pueden ir desde el conocido arcoíris a fenómenos menos comunes como espectros de Brocken, halos, coronas, irisaciones o pilares de luz. La interacción de la luz solar con las partículas de agua y hielo suspendidas en la atmósfera puede explicar todo el rango de luces por efectos de reflexión, refracción e interferencia.
Contrariamente a lo que mucha gente cree las nubes no están formadas por vapor de agua, sino por esas diminutas partículas de agua y cristales de hielo. Las formas de las nubes dependen de su contenido en ambos tipos de partículas y del viento que las moldee. Casualmente el viento al pasar por un obstáculo, como una cadena montañosa, tiende a formar ondulaciones. Las crestas de esas olas de viento, son favorables a formar nubes con forma de lenteja, llamadas lenticulares.
Muchas veces el camino de la ciencia no es tan rápido como inventarse una historia fantasiosa para explicar lo que desconocemos, pero es un camino hermosísimo de recorrer.