La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
Atentado contra Donald Trump: la deficiente seguridad y la mitificación de un héroe.
Uno de los temas más sonados durante los días recientes ha sido el atentado perpetrado contra el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hoy candidato del partido Republicano a la presidencia de ese país. Este hecho ha suscitado controversia en virtud de la grave omisión en la que incurrió el Servicio Secreto al cometer una inexcusable falla de seguridad en el perímetro cercano al escenario donde el 13 de julio Trump dirigía un mitin de campaña en Butler, Pensilvania, cuando fue baleado en la oreja, resultando además muerto un simpatizante suyo, mientras otros dos fueron heridos.
Trump salvó en modo milagroso su vida gracias a que una fracción de segundo antes del roce de la bala en su oreja, y sin saber lo que estaba a punto de ocurrir, giró parcialmente su cabeza hacia el lado derecho al gesticular mientras pronunciaba su discurso ante sus seguidores, evitando con ese movimiento corporal el impacto de la bala en su cabeza.
Mucho se ha dicho respecto a la falta de seguridad en el techo del edificio donde se ubicó el francotirador asesino, así como sobre la tardía reacción de las corporaciones de seguridad para detenerlo o abatirlo, no obstante que su presencia fue identificada e informada a la policía por lugareños, con horas de antelación al funesto hecho.
Ante esto han surgido especulaciones hasta sobre un posible intento de crimen de Estado, motivadas por lo inverosimil que resulta la versión de un descuido de tal magnitud por parte del Servicio Secreto. Esto, en virtud de que es imposible creer que el grupo especializado de agentes encargado de la seguridad del expresidente haya olvidado asegurar la azotea desde donde disparó el francotirador que atentó contra la vida de Trump, así como sería también absurdo suponer que un equipo de cardiólogos practique una cirugía de corazón abierto a un paciente sin antes haberle aplicado la dosis de anestesia correspondiente. Es difícil creer que ninguno de los responsables de la seguridad del candidato se haya percatado que al omitir la vigilancia en esa azotea se abriría un enorme hueco en el anillo perimetral de seguridad de su protegido, dejándolo vulnerable ante un potencial francotirador, como en realidad sucedió.
Hoy, luego del fallido intento por asesinar a Trump dos cosas son ciertas: el Servicio Secreto es objeto tanto de numerosas críticas como de sopechas; y en el imaginario colectivo de gran parte del electorado de Estados Unidos, Donald Trump ha sido elevado a la categoría de héroe.