El tema energético, al que la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador le ha puesto especial interés, ha continuado en el centro de la polémica, luego de que los diputados federales de la alianza “Va por México” (PRI, PAN y PRD) y las dirigencias de éstos partidos confirmaran que no apoyarán la contrarreforma eléctrica impulsada por el mandatario nacional. Este categórico rechazo constituye una reacción ante la actitud de la bancada morenista y sus partidos aliados, quienes siguiendo las directrices presidenciales aprobaron, sin moverle ni una sola coma, la propuesta de presupuesto de egresos de la Federación (2022), planteada por el mandatario. El motivo de la inconformidad de los legisladores de oposición es la absoluta falta de disposición mostrada por los morenistas, al negarse a analizar y debatir las observaciones y proposiciones de modificación hechas respecto al proyecto presupuestal por los legisladores de la alianza “Va por México”.
La respuesta presidencial no se hizo esperar, pues luego de conocer la decisión tomada por la alianza PRI-PAN-PRD, para no apoyar la controversial contrarreforma eléctrica, el presidente López Obrador anunció el despliegue de un operativo para difundir, casa por casa, las particularidades de la contrarreforma, con la participación de gobernadores, senadores, diputados federales y locales, alcaldes y regidores, todos ellos de MORENA. Es evidente que esta estrategia de difusión social que el presidente está dispuesto a lanzar no logrará evitar lo que parece inevitable, es decir, el fracaso de su proyecto de contrarreforma eléctrica, en el Poder Legislativo, que es la única instancia legalmente facultada para rechazar o aprobar el citado proyecto eléctrico. El despliegue político y territorial de las huestes morenistas, “casa por casa”, no cambiará la opinión de los legisladores opuestos a la contrarreforma, ni logrará que ésta se apruebe, sin embargo, permitirá al presidente López Obrador hacer aquello en lo que es más hábil, más le agrada, y que ha venido haciendo no solo desde antes de asumir el poder, sino también ya como presidente, en cada conferencia “mañanera”, es decir, será la ocasión perfecta para que el mandatario nacional continúe haciendo campaña a favor de su partido.
La Constitución de nuestro país impone ciertas restricciones al titular del Poder Ejecutivo. Entre otras acciones, al presidente no le está permitido: intervenir en los asuntos de los otros poderes (por ejemplo, el Poder Judicial), u organismos autónomos (por ejemplo, el INE); inmiscuirse en las elecciones constitucionales (por ejemplo, el proceso electoral del año 2021); emitir expresiones para favorecer a su partido (MORENA); descalificar a los partidos opositores (PRI, PAN y PRD); sin embargo, lo ha hecho sistemáticamente durante todo el sexenio. Esa abierta proclividad hacia las conductas indebidas y el proselitismo ilícito, tan característica en el presidente López Obrador, se ha convertido en uno de los rasgos distintivos de su personalidad. Ahora, el tema de la reforma eléctrica, constituye la coyuntura
perfecta para que AMLO pueda continuar su labor proselitista, bajo el camuflaje de una acción gubernamental. Si algo resulta indudable a estas alturas del sexenio, ello es, que más allá de consideraciones éticas o legales, Andrés Manuel López Obrador ha decidido, a ultranza, permanecer en campaña.