La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· AMLO : Candil de la calle y oscuridad de la casa.
Llaman la atención las recientes expresiones vertidas por el presidente Andrés Manuel López Obrador respecto al embargo estadounidense a Cuba. En días recientes el diario La Jornada publicó la postura del mandatario mexicano al instar a su homólogo estadounidense, Joe Biden, a decidir sobre Cuba. En dicha nota se refiere que el presidente de México considera “inconcebible” castigar con un embargo a un país independiente, igualmente expresa que no basta con votar cada año en la ONU, y que hay que ser solidarios. El posicionamiento de López Obrador también apremia a que se permita el envío de remesas a la isla, para sortear la crisis; además, el jefe del estado mexicano enfatiza su mensaje de crear una nueva convivencia en América y dialogar, y también señala: “…hay que separar lo político de lo humanitario, la vida es lo más importante, es el principal de los derechos humanos”.
Las solidarias palabras presidenciales nos mueven a hacer una reflexión respecto a la injusta e infundada detención ejecutada por el gobierno del presidente López Obrador en contra del ingeniero Andrés Valles, líder agrícola de la región centro-sur del estado de Chihuahua, a quien el único “delito” que se le puede imputar es el de haber intentado dialogar con las autoridades para exigir que se abstuvieran de vaciar las presas, cuya agua es el sustento de esa vasta zona de producción agropecuaria en la entidad. Hoy todos sabemos que Andrés Valles se encuentra preso y es una víctima más de la represión ejercida por el lopezobradorismo contra aquellos que se atreven a disentir de sus designios.
Por eso, a la luz de los solidarios comentarios vertidos por el presidente mexicano hacia la afligida nación cubana, sometida a más de cinco décadas de dictadura, es pertinente preguntarnos, o más bien preguntarle al presidente López Obrador: ¿Por qué, si como afirma él, “es “inconcebible” castigar con un embargo a un país independiente”; no reconoce que resulta igualmente inconcebible que su gobierno reprima, mediante detenciones injustas y congelamiento de cuentas bancarias, a quienes disienten de su autoritaria e intransigente forma de gobernar?
¿Por qué, si el presidente Andrés Manuel López Obrador postula que hay que ser solidarios con todas las naciones, no aplica ese criterio de solidaridad con sus gobernados, los miles de agricultores chihuahuenses quienes legítimamente le han reclamado el derecho a disponer de agua de la que dependen sus actividades productivas y el sustento de sus familias?
¿Por qué, si el presidente López Obrador exhorta a crear una nueva convivencia en América centrada en el diálogo, dispuso que la Comisión Nacional del Agua se negara sistemática y reiteradamente a recibir a los productores agropecuarios y sus representantes, para dialogar con ellos y escuchar sus exigencias a fin de buscar soluciones al conflicto?
¿Por qué, si el presidente López Obrador está convencido de que “hay que separar lo político de lo humanitario, ya que la vida es lo más importante, por ser el principal de los derechos humanos”; ha ignorado y reprimido el justo reclamo que los agricultores de Chihuahua le hicieron, al verse angustiados ante la amenaza de perder la fuente de vida y trabajo de ellos y sus familias, así como de miles de familias de los trabajadores del campo?
Es evidente que el presidente López Obrador no está dispuesto a aplicar al interior de su país, y particularmente en el conflicto por el agua de Chihuahua, las recetas y recomendaciones morales de correcta política y sana convivencia con las que pretende llamar la atención en el extranjero. Habría que recordarle dos cosas al actual mandatario de México: primera, el buen juez por su casa empieza; y segunda, es perjudicial para el país que su principal representante político trate de convertirse en candil de la calle, mientras mantiene en oscuridad la casa.