HISTORIA DE LA CANCIÓN
Alberto Cortez: el artista que se robó el nombre de otro y logró que Vicente Fernández grabara su canción
El cantante fue encarcelado por usar este seudónimo artístico, pero al final se salió con la suya
GUILLERMO DOMÍGUEZ
Mi madre y yo lo plantamos» es el inicio de la canción que Alberto Cortez usó para conquistar al público latino por medio de la historia de un hombre que narra su vida a la par de la historia de un árbol que se encontraba en el patio de su casa.
Esta melodía fue grabada por distintos artistas, entre ellos, «El Charro de Huentitán», Vicente Fernández, lo que poco sabe la gente que ha escuchado esta melodía a lo largo de los años es que el compositor robó este nombre de otro artista e incluso fue a la cárcel por hacer uso de esto.
Para conocer esta historia es necesario remontarse a La Pampa, Argentina, lugar donde nació José Alberto García Gallo, un joven que comenzó a escribir sus propias melodías desde los 12 años de edad.
La música siempre fue parte de su vida, incluso cuando entró a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, en Buenos Aires, se dedicaba a cantar en los bares para ganarse unas monedas y así mantener sus estudios.
¿Cómo se robó el nombre de otro?
Como la pasión que sentía por las melodías era muy grande, el artista decidió dejar sus estudios y se sumó a una compañía que llevó a Europa un espectáculo llamado: Argentine international ballet and show.
Pese al esfuerzo de él y sus colegas, este puesta en escena no tuvo éxito, por lo que toda la inversión destinada a este se fue a la basura. Esto llevó al empresario a cargo de esta a huir y dejar varados a todos los jóvenes que habían viajado hasta Bélgica con este motivo.
Fue entonces que a alguien de sus colegas se le ocurrió que José podía olvidarse de su primer nombre y apellido para presentarse bajo el nombre de Alberto Cortez, quien originalmente se llamaba Darío Alberto Cortez Olaya y había construido una carrera con base en el esfuerzo con años de anticipación.
La fama del peruano le permitió al argentino hacerse pasar por él en varios punto de Alemania y Bélgica y así ganar una cuantiosa suma de dinero para poder subsistir con el repertorio de su colega.
¿Cómo se robó el nombre de otro?
Como la pasión que sentía por las melodías era muy grande, el artista decidió dejar sus estudios y se sumó a una compañía que llevó a Europa un espectáculo llamado: Argentine international ballet and show.
Pese al esfuerzo de él y sus colegas, este puesta en escena no tuvo éxito, por lo que toda la inversión destinada a este se fue a la basura. Esto llevó al empresario a cargo de esta a huir y dejar varados a todos los jóvenes que habían viajado hasta Bélgica con este motivo.
Fue entonces que a alguien de sus colegas se le ocurrió que José podía olvidarse de su primer nombre y apellido para presentarse bajo el nombre de Alberto Cortez, quien originalmente se llamaba Darío Alberto Cortez Olaya y había construido una carrera con base en el esfuerzo con años de anticipación.
La fama del peruano le permitió al argentino hacerse pasar por él en varios punto de Alemania y Bélgica y así ganar una cuantiosa suma de dinero para poder subsistir con el repertorio de su colega.
En 1964, Cortez recibió una oferta para grabar un disco en Madrid , España, pero en lugar de que el nacido en Perú llegara al estudio, el que llegó fue José Alberto, quien grabó su primer éxito «Sucu-Sucu».
Esto llegó a los oídos del cantante original, quien decidió demandar a su impostor ante las cortes europeas por haber usurpado su nombre. Al final, la justicia le dio la razón al hombre que registró primero el nombre.
Sin embargo, el argentino siguió usando su nombre artístico. Esto ocasionó que después de una presentación en Barcelona, España, lo arrestaran.
La discográfica Hispavox pagó la fianza, por lo que pudo salir libre. El peruano optó por comenzar a llamarse a sí mismo Alberto Cortez «El Original».
Esto no evitó que la fama de José aumentara al punto de que el suplantador ganó más reconocimiento que el peruano en los años 70. El problema legal no se resolvió al final.
Gracias a éxitos como «Cuando un amigo se va» o «Mi árbol y yo» fue que su legado comenzó a escribirse y convertirse en las melodías que escucharon otras estrellas durante su infancia.
Ricardo Arjona narró en varias ocasiones que «Mi árbol y yo» era una de las favoritas de su padre, al punto de que la escuchó durante varios años e incluso realizó su propia versión junto con el propio cantautor.
Otro músicos que grabaron este éxito fue el mismísimo Vicente Fernández, Guadalupe Pineda y Jorge Muñiz, lo cual afianzó su carrera.
En cuanto al Alberto Cortez peruano, siguió grabando discos hasta 1969, pero su fama no hizo más que caer. Al final publicó un libro autobiográfico llamado Yo sí soy Alberto Cortez ¡El único! Fue ampliamente reconocido en su país, pero murió en 2019, después de luchar dos años contra el cáncer.