Elisabetta Piqué
ROMA.- El monseñor Carlo María Viganò, arzobispo italiano que saltó a la fama internacional a fines de agosto de 2018, cuando en una carta incendiaria acusó a diversos altos funcionarios de la curia romana e incluso al papa Francisco de haber encubierto los abusos de un cardenal estadounidense y hasta pidió la renuncia del Pontífice, fue acusado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) de haber cometido el delito de cisma.
La noticia -una bomba en el Vaticano- la comunicó el mismo imputado, que en un posteo en X publicó el decreto de dicho “ministerio” de la Santa Sede, fechado el 11 de junio, que lo convocó a presentarse este jueves, a las 15.30 locales, en el Palazzo del DDF para que “tomara nota de las acusaciones y de las pruebas acerca del delito de cisma del que es acusado (afirmaciones públicas de las que resulta una negación de los elementos necesarios para mantener la comunión con la Iglesia católica; negación de la legitimidad del papa Francisco, ruptura de la comunión con Él y rechazo del Concilio Vaticano II)”.
Firmado por monseñor John Kennedy, secretario de la sección disciplinaria del DDF, el decreto advirtió que Viganò, uno de los máximos críticos del Papa que fue nuncio en Estados Unidos y que tiene 83 años, para enfrentar este “proceso penal extrajudicial”, podía nombrar a un abogado o procurador de su confianza para ser defendido o representado en el presente proceso y que, en caso contrario, iba a tener un letrado de oficio.
Según pudo saber LA NACION, de ser declarado culpable del delito de cisma, Viganò podría ser condenado a la pena de la excomunión latae sententiae -según el canon 1364 del Código de Derecho Canónico-, aunque, además, según las normas se le pueden imponer otras penas y hasta la dimisión del estado clerical.
Se descuenta que la decisión de iniciar una investigación y un proceso en contra de este más que controvertido prelado ultraconservador contó con el visto bueno no solo del actual prefecto del DDF, el cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández sino también del propio papa Francisco.
En los últimos años, evidentemente obsesionado con el actual pontificado, Viganò, admirador de Donald Trump, Vladimir Putin y activista antivacunas, atacó constantemente al Pontífice a través de artículos y videos publicados en blogs ultraconservadores. De hecho, está a punto de abrir en Viterbo, al norte de Roma, un seminario para ultratradicionalistas disidentes, amantes de la antigua misa en latín y víctimas de las “purgas bergoglianas”, según un artículo publicado tiempo atrás por el diario La Repubblica. Horrorizado después de la apertura de Francisco a las bendiciones -no litúrgicas- a parejas homosexuales, además, trascendió que volvió a ser consagrado por monseñor Richard Williamson, el obispo cismático británico que, siendo lefebvriano y estando en la Argentina, negó el Holocausto.
Fuerte reacción
Fiel a su estilo disruptivo, Viganò, que se presentó este jueves a la cita y depositó su defensa, reaccionó a la noticia de la acusación con otro fuerte ataque al Papa y aseguró que para él, ser procesado por el delito de cisma era “un motivo de honor”.
“Considero las acusaciones en mi contra como un motivo de honor. Creo que la formulación misma de las acusaciones confirma las tesis que más y más veces sostuve en mis intervenciones”, escribió el exnuncio en un comunicado que fue publicado en el blog del periodista italiano ultraconservador Aldo Maria Valli. “No es casual que la acusación en mi contra tenga que ver con la puesta en discusión de la legitimidad de Jorge Mario Bergoglio y el rechazo del Vaticano II: el Concilio representa el cáncer ideológico, teológico, moral y litúrgico del que la ‘iglesia sinodal’ bergogliana necesita una metástasis”, disparó Viganò.
El arzobispo escribió que era urgente que el episcopado, el clero y todo el pueblo de Dios se rebelaran a la “sistemática destrucción de la Iglesia por parte de sus líderes”, que comparó con la que varios líderes “subversivos” del mundo están haciendo con la sociedad civil. “El globalismo reclama la sustitución étnica: Bergoglio promueve la inmigración descontrolada y pide la integración de las culturas y de las religiones”, acusó. “El globalismo sostiene la ideología LGBTQ+: Bergoglio autoriza las bendiciones de las parejas homosexuales e impone a los fieles la aceptación del homosexualismo, mientras encubre los escándalos de sus protegidos y los promueve a los más altos puestos de responsabilidad”, agregó.
El exnuncio arremetió, asimismo, contra la agenda “verde” del globalismo, que vinculó a las “encíclicas delirantes sobre el ambiente” del Papa, que “respalda la Agenda 2030 y ataca a quien pone en discusión el calentamiento global”. Fustigó, por otro lado, el “total asentimiento a la religión de Davos” del Papa, al que acusó de no denunciar con fuerza las persecuciones de los católicos.
“En todas partes, los gobiernos al servicio del Foro Económico Mundial han introducido o extendido el aborto, promovido el vicio, legitimizado por las uniones homosexuales o transiciones de género, incentivado la eutanasia y tolerado la persecución de los católicos: ni una palabra ha sido usada en defensa de la Fe o de la Moral amenazadas, o para respaldar las batallas civiles de muchos católicos abandonados por el Vaticano y por los obispos”, clamó.
Una fuente experta consultada por LA NACION destacó que el comunicado representaba otra prueba contundente de las acusaciones de cisma planteadas por el DDF y consideró que el proceso penal contra Viganò podría concluir en tiempos muy rápidos. Aunque no se esperaba, la noticia sobre el proceso al controvertido arzobispo, cada vez más desatado, en realidad no sorprendió: “era hora”, fue el comentario más oído, sobre todo de boca de funcionarios de la curia extranjeros.
“La verdad, creo que le tuvieron mucha paciencia. Ya desde el momento que publicó documentos reservados le deberían haber puesto una sanción”, opinó ante esta corresponsal otro alto prelado, que recordó que en su famosa carta en la que pidió la renuncia del Papa, de 2018, el exnuncio hizo salir a flote papeles reservados vinculados a Theodore Edgar McCarrick, popular exalto prelado estadounidense cuyos abusos fueron encubiertos durante años por el Vaticano. El papa Francisco expulsó del cardenalato y del sacerdocio a McCarrick después de que en 2017 se certificó una primera denuncia de abuso de parte de un menor e hizo incluso hacer una investigación sobre su caso, que concluyó que la Santa Sede cometió muchos errores.
El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede y número dos de Francisco, preguntado al margen de un evento sobre el proceso por cisma contra el arzobispo disidente, reconoció que “monseñor Viganò asumió algunas actitudes y algunos gestos por los que debe responder”. Y destacó que al exnuncio le ha sido dada la posibilidad de defenderse.