Las dos superpotencias económicas del orbe se encuentran ya formalmente enfrascadas en una guerra comercial que ha puesto a temblar al mundo por las consecuencias que pudiera tener para la economía mundial.
Ayer, a la 00:00 horas de Washington (12:00 horas de Pekín) se hicieron efectivas las amenazas del presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, y entraron en vigor los aranceles del 25% a bienes importados de China por valor de 34,000 millones de dólares, principalmente del sector tecnológico e industrial.
Momentos después, China respondió a los aranceles estadounidenses con unas medidas de similar cuantía y mismo valor, en un contraataque inmediato que cerró la primera jornada de la guerra comercial entre las dos naciones con el Producto Interno Bruto más grande del planeta.
Comenzó así oficialmente lo que China ha calificado como «la mayor guerra comercial de la historia» entre las dos mayores potencias económicas del mundo, pero tal y como había avanzado Pekín, sin que fuera ella la que «disparara la primera bala».
Ese anuncio incluía la amenaza de Pekín a Washington de imponer aranceles del 25% a 545 productos estadounidenses por valor de 34,000 millones de dólares, la mayoría de ellos agrícolas (sobre todo soya) y productos de consumo como automóviles o whisky.Un comunicado divulgado por la agencia oficial Xinhua confirmó que las contramedidas chinas habían entrado en vigor a las 12.01, hora local, y tenían «el mismo volumen» que las de EU y se referían al anuncio del 5 de junio.
En opinión de Louis Kuijs, de la consultora Oxford Economics, el objetivo de China pasa por «posicionarse como la campeona del sistema internacional que se rige por las reglas (de la OMC) y de la globalización económica», mientras EU se retrata a sí mismo iniciando la guerra comercial en varios frentes.
«Esto tiene mucho significado y es muy importante de cara al futuro», destacó Kuijs, quien resalta también que no es causalidad que China aprovechara su comunicado matutino para recordar que seguirá abriendo su economía, que protegerá los derechos de propiedad industrial y mejorará las condiciones para las firmas extranjeras.