A ti ciudadano.
La leyenda del tesoro de Emiliano Zapata
Nuestra historia empieza en un pintoresco lugar del estado de Morelos llamado Quilamula. Para muchos no es muy conocido pero para los revolucionarios y más para los seguidores de Emiliano Zapata es más que un pequeño pueblo.
La gente de la localidad acostumbrados a convivir con la familia de Emiliano Zapata, se encariñaron con su viuda y también con sus descendientes, siempre maravillados con las anécdotas y hazañas de tan valeroso héroe; lo que muy pocos conocen es que en los cerros cercanos al poblado, los Zapatistas se ocultaban de los militares comandados por el General Jesús Guajardo, por lo que suponemos que aquí también debieron haber escondido su botín en oro tal y como lo hacían los piratas.
El único problema era que no existía un mapa que marcara con una X el lugar indicado para encontrarlos, contaban únicamente con la memoria de Emilia, hija de la esposa del revolucionario. Ella era capaz de recordar a detalle lo que su madre una vez le confió; en su mente existía la ubicación exacta del lugar donde se encontraba el tesoro.
Ella contaba que Zapata desde su campamento acompañado por un grupo de soldados con los que caminaba determinado número de pasos hasta donde se encontraba sepultado el tesoro. Sin embargo, y de acuerdo a la leyenda, jamás regresarían, pues el caudillo del sur los mataba para evitar que el secreto fuera divulgado. Emilia también contaba que él utilizaba espejos para enviar señales de cerro a cerro para anunciar la cercanía de los militares y así poder ocultarse en lo más profundo del bosque.
Cuenta la leyenda que un grupo de lugareños junto con un cazador de tesoros buscaron a la viuda de Zapata con la intensión de encontrar el oro que había sido escondido por el revolucionario. Este grupo de aventureros tenía como propósito encontrar dicho botín y hacer realidad las historias que al respecto se contaban en el pueblo. Viajaron y al regresar afirmaron que después de una larga jornada habían encontrado el campamento revolucionario en perfectas condiciones, como si el tiempo se hubiera detenido. Además aseguraron haber escuchado ruidos de disparos y sonidos que se perdían en la maleza mientras caía la tarde.
Las sombras y la sensación de gente corriendo, hizo que los aventureros siguieran el ejemplo. El miedo y la adrenalina provocaron que los furtivos buscadores de tesoros huyeran despavoridos cuesta abajo del monte.
Nadie conoce el resultado de dichas expediciones, o si se encontró o no el oro, pues entre supersticiones y miedos la leyenda fue creciendo con el tiempo. Gente cercana a Emiliano Zapata guardan un secreto que, para los habitantes de Quilamula es a voces. Desde 1990, la búsqueda continúa sin importar clima o historias espectrales. Ellos andarán con la firme idea de seguir los pasos a la fortuna: Seguir los pasos hacia el gran tesoro de Zapata.