A ti ciudadano.
Boxeadoras mexicanas, una historia de éxito
A lo largo de la historia de México ha habido muchas mujeres ejemplares en las diversas áreas de la vida. Algunas conocidas, otras de las que se empieza a descubrir más y algunas, tristemente, aún en el anonimato.
Dentro de estas esferas no podía quedar fuera el deporte, en especial el boxeo, una disciplina que por mucho tiempo fue considerada exclusivamente para hombres.
Ante el actual boom mediático, donde las peleas del boxeo femenil se han vuelto un espectáculo muy lucrativo en el que cada vez más mujeres destacan, se podría pensar que la incursión de las boxeadoras mexicanas en el pugilato es reciente.
Afortunadamente, la participación de las boxeadoras mexicanas en la construcción del boxeo femenil nacional data de hace casi un siglo.
El boxeo llegó a México como una práctica ilegal, entre finales de la primera década del siglo XX e inicios de la década de los 20.
En el prólogo del libro Cosecha de campeones: historia del box mexicano II, José Sulaimán nos deja el dato de que el puerto de Tampico fue el lugar donde este deporte empezó a extenderse por el país.
Los marineros que hacían escala en Tampico, organizaban apuestas y peleas, con y sin guantes, en casas y lugares considerados de mala fama, donde de manera clandestina ocurrieron las primeras funciones de boxeo.
Pasaron los años y esta disciplina, que se siguió haciendo popular, con el tiempo se legalizó, captó la atención de cada vez más jóvenes, ansiosos de probar sus aptitudes en el ring.
No pasaría mucho tiempo para que en el recién llegado deporte se notara la presencia de las mujeres. A inicios de los 30, se empiezan a escuchar los nombres de Margarita Montes, conocida como La Maya y de Josefina Coronado, ambas mujeres nacidas en Mazatlán, Sinaloa.
Antes de adentrarse en el boxeo, Margarita Montes hizo toda una trayectoria deportiva y forjó una historia un tanto particular. En Cosecha de Campeones, los autores la describen como una muchacha de rasgos duros y faldas bien puestas.
La descripción no es para menos: Margarita se inició como torera. La indiferencia de los empresarios acabó por aburrirla, por lo que dejó la plaza de toros y la cambió por el béisbol. Su paso por este deporte fue brillante: se convirtió en la estrella de la novena femenil de la entonces Cervecería Díaz de León.
Aún con su talento para el béisbol, Margarita decidió dejar este deporte, pues pensó que si ya había probado su valentía frente a los cuernos de un toro, era momento de asumir mayores retos.
Margarita se metió a entrenar boxeo, aunque de forma muy clandestina, pues en ese entonces no se veía bien que una mujer participara en este deporte.
Afortunadamente no estaba sola: La Maya trabó rivalidad deportiva con Josefina Coronado, otra de las pioneras del boxeo femenil en México. En los mercados y rastros de Mazatlán se les empezaba a conocer como las primeras boxeadoras mexicanas.
Ambas guerreras mexicanas brindaban fieros combates, por lo que un empresario local de nombre Rodrigo Gómez Llanos las llevó a pelear por varias costas del Pacífico.
Cuando llegaron a Nogales, un grupo de norteamericanos decidieron entrenar a Margarita para pelear contra una campeona de Arizona (de quien se desconoce el nombre). La Maya venció a la campeona por nocaut en el primer round, según el relato en Cosecha de campeones.
Esa sería una de las últimas peleas de La Maya contra mujeres, pues las autoridades prohibieron la práctica del boxeo femenil. Pero Margarita continúo peleando contra hombres, quienes también perdieron por nocaut ante la boxeadora mexicana.
Con el retiro de La Maya y de Josefina Coronado, se hicieron escasas las peleas de mujeres en México. Ante las pocas posibilidades para las boxeadoras mexicanas, muchas de ellas se ganaban la vida como sparrings de los boxeadores, quedando sus talentos a la sombra de los campeones mexicanos.
Solo un nombre destacó entre estas boxeadoras sparring: Pilar López, también originaria de Mazatlán, quien fue la elegida para el primer enfrentamiento del célebre campeón mexicano Julio César Chávez.
Mucho tiempo después y para fortuna de este deporte, el boxeo femenil resurgió, especialmente en los gimnasios universitarios como deporte amateur. Laura Serrano fue una de las más reconocidas boxeadoras amateur, quien tuvo que enfrentar la discriminación e indiferencia de la autoridades en las comisiones de boxeo.
Laura tuvo que lidiar contra la ley que prohibía a las mujeres mexicanas boxear, la misma ley que truncó la carrera de La Maya y de Josefina Coronado. Debido a esa ley tuvo que pelear y entrenar por un tiempo en Estados Unidos, donde debutó en 1994.
Laura Serrano también sufrió discriminación en el vecino país, pues no la querían en el equipo por ser mexicana, por ser la primera campeona mexicana en la categoría de los pesos pluma de la Asociación Internacional de Boxeo de Mujeres (WIBA son sus siglas en inglés) y por llevar un récord de peleas sin derrotas, como relató para La Jornada.
Después de su exitosa trayectoria, la mayoría desarrollada fuera de México, la también abogada y poeta Laura Serrano se retiró del boxeo en 2012 donde perdió por decisión unánime en su pelea contra Irma La Torbellino García.
Las nuevas generaciones de boxeadoras mexicanas siguen demostrando ante el mundo la faceta aguerrida que tanto distingue al pueblo mexicano en los deportes de combate.
Actualmente, estas son algunas boxeadoras mexicanas que se han posicionado en los rankings de las mejores del mundo, en las diversas divisiones del WBC.
Los nombres de estas guerreras mexicanas pasarán a la historia por poner en alto el nombre de México en todo el mundo, por inspirar a las deportistas jóvenes y a todas las mujeres mexicanas en cualquier ámbito, a luchar por alcanzar sus metas, a pesar de los obstáculos y las adversidades. Ellas son muestra del aguerrido espíritu de las mujeres mexicanas.