Un día como hoy, hace 24 años, el candidato del PRI rompió con el presidente.
El 6 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio pronunció un discurso que se interpretó como la señal de rompimiento final con el presidente Carlos Salinas de Gortari. Fue aquella oratoria de “Yo veo un México… con hambre y sed de justicia”, pronunciada en el Monumento a la Revolución con motivo del aniversario del PRI.
El discurso de Colosio se volvió histórico, a pesar de ser bastante regular; está estructurado en tres divisiones: una de diagnóstico (donde vino el famoso “Yo veo un México…”), otra de propuestas en demasiados ejes y una última exaltando al PRI como único remedio a tantos males. Se detecta rápidamente que fue escrito por varias personas y que por abarcar tanto terminó apretando nada. Pero el inicio bastó para cimbrar, porque la opinión pública lo leyó como el punto de fractura final de una larga distancia entre Colosio y Salinas (a pesar de que se sabe que fue enviado a Los Pinos la noche previa para que gozara del visto bueno del presidente).
Luego Colosio fue asesinado y el discurso del 6 de marzo se volvió místico: se atribuyó a él su muerte; había ido demasiado lejos al enfrentarse al poder.
Hace 24 años se decía que la campaña de Colosio no levantaba; se hablaba de que lo iban a cambiar por Manuel Camacho, que el PRI se dirigía a la derrota, que lo arrasarían Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas.
En este 2018 la conversación es similar: la campaña de Meade no levanta, lo van a cambiar por Aurelio Nuño, el PRI se dirige a la derrota, lo van a arrasar López Obrador y Ricardo Anaya.
A Meade se le acaba el tiempo. La última jugada, descarrilar a Ricardo Anaya con acusaciones que van del lavado de dinero al plagio de discursos, empieza a revertírsele en un reclamo de la sociedad civil organizada para que cese el uso de los aparatos del Estado contra un opositor.
¿Qué le queda? Lo que el público pide a gritos: que rompa con el presidente Peña Nieto.
Que si lo seleccionaron por ciudadano y por honesto, marque de golpe la diferencia.
¿Se atreverá? ¿Bastará?
SACIAMORBOS. En su discurso del aniversario del PRI, el fin de semana, resaltó las reformas de Peña Nieto y, acto seguido, retomó el “Veo un México con hambre y sed de justicia” de Colosio, y le agregó el México cansado de la corrupción. Aseguró que “pinta su raya” con los que meten la mano en el bolsillo del pueblo.
¿A quiénes se refería? Si el misil iba a los exgobernadores priístas y a sus rivales en la boleta electoral, tibio y ya muy dicho. Si el misil iba a Los Pinos, nuclear, pero faltó trabajar para que así se interpretara. No hay que olvidar que aquel discurso de Colosio del 6 de marzo fue palomeado por Salinas, y aun así se recordará siempre como el discurso del rompimiento.
(Mientras tanto, 24 años después, el hijo de Colosio, a la derecha de Anaya en su conferencia para exigir a Peña Nieto que saque las manos del proceso electoral y prometer que romperá el pacto de impunidad).
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A Meade le falta su 6 de marzo Por: Carlos Loret de Mola
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