El cine mexicano, desde la Época de Oro hasta la actualidad, ha servido como un reflejo de la realidad social y política de México.
Greta Padilla
Las películas mexicanas, desde las comedias mal hechas hasta los dramas más crudos, guardan una característica en común: siempre se encuentran muy alejadas de la realidad. Para los dos extremos, los mexicanos y su forma de vida logran superar la ficción de formas que resultan graciosas en algunos casos, pero poco humanas en otros.
Los filmes que tienen como tema central la política mexicana o la cruda realidad de algunos segmentos de la sociedad, siempre sobresalen de entre las demás producciones porque resulta increíble lo poco que se pueden acercar a lo que realmente sucede; sin embargo, sumado a los primeros objetivos del cine como expresión artística, estos filmes sirven para mostrar a nivel internacional y para lo que dudan en reconocer lo que sucede, esa parte de la realidad que parece una ficción.
Les dejamos un pequeño listado de algunas de las mejores películas mexicanas sobre política y sociedad:
El violín
La realidad del campo resulta totalmente desconocida ante los ojos de las personas que prefieren voltear la cara a las grandes ciudades y quejarse. Durante mucho tiempo, la sociedad mexicana ha sido testigo del sufrimiento del campo y la gente que lo trabaja, de las injusticias que viven en su tierra y fuera de ella porque siempre se nos olvida que quienes han dado la cara en las pocas revoluciones del país, son ellos. Pero para eso, está la película en blanco y negro de Francisco Vargas Quevedo de 2006 titulada El Violín.
Plutarco, un viejo violinista, comienza una relación –totalmente involuntaria– con un miembro del ejército que se encuentra en su pueblo con el objetivo de luchar contra la guerrilla que se ha armado desde hace tiempo. Este señor, a través de la música, logra sacar el lado más amable de personas que luchan, por órdenes, contra la libertad de alguien más.
Plutarco, con su violín, pasa desapercibido para los militares y es capaz de mover armas de un lado a otro sin correr el mismo riesgo que su hijo y nieto al formar parte de estos movimientos de liberación.
Los olvidados
Luis Buñuel era español, pero comprendía en su totalidad el México de la década de los 50, y la cinta de Los olvidados es la prueba más grande de esto. Retratar a los grupos más vulnerables, sobre todo a los niños que viven en condiciones de miseria, no es nada sencillo por una simple razón: se apela 100 por ciento a las emociones humanas y se deja de lado, muchas veces, la objetividad del tema.
Sin embargo, Buñuel con un lente surrealista y la idea de que el cine sirve para eso, logró darle a México una de las mejores películas que dejan ver la realidad de los niños y jóvenes pobres dentro de una ciudad improvisada para ellos.
A pesar de que el filme se estrenó hace más de 60 años, sigue siendo actual frente a la marginación de los sectores más pobres del país, el crecimiento desmedido de la población, la falta de oportunidades e integración y, sobre todo, la indiferencia de las autoridades ante la pobreza como falta de humanidad.
La jaula de oro
En México se viven distintas realidades relacionadas todas con la violencia: los feminicidios, la de los desaparecidos, los estudiantes, la guerra contra el narco, la esclavitud, las víctimas de la delincuencia y la de los migrantes.
Miles de mexicanos, entre ellos un número considerable de indígenas, se mueven por todo el país con el objetivo de llegar a la frontera de México con Estados Unidos y vivir el sueño americano, y a ellos se le suman otros miles más de centroamericanos que no sólo se enfrentan a los peligros de un país como el nuestro, sino a otros elementos de violencia que surgen a partir de la discriminación y el miedo.
La jaula de oro es una película de 2013 dirigida por Diego Quemada-Díez en la que vemos las atrocidades de un viaje a través de las experiencias de unos adolescentes que ven sus sueños como imposibles mientras más se acercan a la frontera. La realidad de los migrantes y su razón de ser depende de varios agentes y se suelen señalar como culpables a unas cuantas personas cuando las consecuencias han sido raíz y problema de todos.
Su excelencia
Cantinflas en un icono del cine y la cultura popular mexicana. De acuerdo con una de las crónicas de Carlos Monsiváis, fue un artista de carpa improvisada que llegó a lo más grande de la meca del cine gracias a su discurso dictado con su poco lenguaje hablado pero extenso en corporal.
Fue con estas dos características que Cantinflas se convirtió en el personaje perfecto para representar la elocuencia de los políticos mexicanos bajo un discurso sin sentido que no dice nada.
Su Excelencia de 1966 dirigida por Miguel M. Delgado se hace burla de las divisiones generadas a partir de la Guerra Fría a través del personaje de Lopitos, un tipo que sin explicación se convierte en embajador de la República de Los Cocos, y toma su oportunidad frente a diversos líderes mundiales para hablar sobre las diferencias ideológicas y la búsqueda de un mundo mejor.
La libertad del diablo
En un mundo de violencia hay dos caras: la de las víctimas y los victimarios. Y con esto, se entienden dos versiones de una misma historia. Por un lado, está la narración desgarradora de quien ha estado en el momento menos indicado y se ha convertido en una cifra más de la violencia de este país; y por el otro, quizá no menos desgarrador pero sí más crudo, la versión de quien se ha visto obligado a terminar con su humanidad, con su compasión.
El documental La libertad del diablo de Everardo González, va por un viaje que revisa la realidad tanto de las víctimas como aquellos que han perpetrado algunos crímenes que forman parte, de forma inconsciente, de lo que somos y vivimos día a día. Cubiertos con una máscara, los testigos hablan frente a la cámara de cómo su cara se ha deformado por un disparo, o por el remordimiento de haber asesinado a alguien porque están ahí para cumplir órdenes, y los demás para sufrirlas.
La sombra del caudillo
Las elecciones en México desde que se clamó un estado independiente y democrático, siempre han sido un juego y para otros tantos una burla. Se ha vendido la idea de que la capacidad de elegir a los gobernantes, es la práctica de la democracia; sin embargo, eso es un error, pues tan sólo forman parte de ese enorme ejercicio democrático que va desde el voto, el pueblo y los gobernantes.
Por eso, en pleno 2018 toma relevancia la película La sombra del caudillo dirigida por Julio Bracho en 1960, la cual toma como tema central la sucesión del poder después de la época revolucionaria, o bien, el paso de la silla presidencia de un amigo a otro. Basada en la novela de Martín Luis Guzmán, La sombra del caudillo pone como protagonista a la crítica contra el gobierno, algo que pocas veces se había hecho y que le valió 30 años de censura en el país.
Heli
Hay pueblos en algunos estados de la República que no son libres de elegir su futuro. Los hombres, sobre todo, tienen pocas opciones: o se convierten en obreros, militares, narcos, migrantes o víctimas. Pocas películas logran poner a las audiencias frente a sí mismas como lo hizo lo hace el filme Heli de Amat Escalante, el cual pasó desapercibido frente a una crudeza nunca antes vista en la que se enredan temas relacionados a la muerte, la violencia, la indiferencia, pero sobre todas las cosas, el amor.
¿Cómo es posible esto? Con personajes reales que reflejen lo que siempre sucede cuando alguien toma una mala decisión en medio de un ambiente que lo obliga a hacerlo.
Trilogía de Luis Estrada
La ley de Herodes, Un mundo maravilloso y El Infierno
Las películas de Luis Estrada no necesitan presentación. Desde hace casi 20 años, este director mexicano se ha encargado de darle una cara a la política mexicana a través de sátiras y comedias negras que reflejan –como si se tratara de un burla– el juego de poder que la sociedad mexicana representa para las autoridades. Su trilogía, la cual comenzó con La ley de Herodes en 1999 seguida por Un mundo maravilloso y que cierra con El Infierno, repasan en 10 años las diversas perspectivas de la vida política en nuestro país y los protagonistas de las únicas consecuencias de la corrupción, el poder y la violencia.