by GRETA PADILLA
A mediados de la década de los 60, Sharon Tate y Roman Polanski se conocieron a través del productor Martin Ransohoff, quien tenía la intención de ayudar a Tate para que hiciera un protagónico en el próximo filme de Polanski, y lo logró. En 1967, Tate participó en The Fearless Vampires Killers junto al mismo director, quien solía protagonizar sus propias películas.
Un año después, en enero de 1968, Tate y Polanski se casaron en Londres y dieron paso a una de las relaciones más habladas por los medios, los cuales relacionaron su matrimonio con historias de infidelidad y un control enfermo de Polanski sobre su esposa, quien además de ser nueve años menor que él –y de acuerdo con algunos testimonios como el de Debra, hermana de Sharon–, sentía miedo y mucho amor al mismo tiempo. Sin embargo, todos esos rumores quedaron atrás cuando Sharon anunció que estaba embarazada de su primer hijo con el cineasta, el cual nacería en la segunda mitad de 1969 y sería llamado Paul.
Pero la historia no fue así, y el final de su relación se convirtió en uno de los capítulos de la historia de Estados Unidos más impactantes que dieron a conocer el nombre que lo marcó: Charles Manson.
El 9 de agosto de 1969, cuando Sharon Tate estaba embarazada de ocho meses y medio, les pidió a unos amigos que pasaran la noche con ella porque Polanski se encontraba de viaje. El estilista Jay Sebring, el guionista Wojciech Frykowski y la socialité Abigail Folger, se quedaron en la casa de la actriz en Cielo Drive. En la madrugada del 9, cuatro miembros de Familia Manson cortaron la línea telefónica, entraron a la casa y asesinaron a todos los que se encontraban en ella de forma brutal.
En los 60, mientras Manson cumplía una condena en la prisión McNeli, fue que inició las bases de un culto que formaría parte de la cultura popular de América gracias, de alguna manera, a su descubrimiento y obsesión con los Beatles y las lecturas diarias del Nuevo Testamento. Para Manson, la banda británica y su posterior salida del White Album a finales de 1968, le dijeron todo: el juicio final estaba cerca y la raza negra se levantaría en armas.
Canciones como “Black Bird” y “Piggies” revelaban este levantamiento. Pero la gota que derramó el vaso fue “Helter Skelter”, una canción que para Manson, como si se tratara de una profecía y él un iluminado, decía que los beatles eran los Jinetes del Apocalipsis y el Juicio Final había llegado.
Fue entre 1968 y 69, que construyó una secta conformada por jóvenes que predicaban cierto fanatismo hacia su figura. La Familia Manson nació en una época de espiritismo, libertad, aceptación, sexo y muchas drogas. Cada uno de estos elementos alimentaron la base del culto hacia Manson y su idea del fin del mundo en manos de afroamericanos, quien cansados de los malos tratos, tomarían justicia por su propia mano y terminarían con todos los demás grupos.
El 9 de agosto, Manson reunió a Tex Watson, Linda Kasabian, Patricia Krenwinkel y Susan Atkins, y les dijo que fueran a una de las colinas de Hollywood que para Manson representaban dinero y fama y mataran a todos los que estuvieran en casa. Controlados por su personalidad carismática, estos cuatro miembros de la Familia protagonizaron dos de las masacres más brutales de la época que, como mencionamos, marcaron la historia del país.
Tex Watson, antes de entrar a la casa, disparó a Steven Parent en su automóvil. Luego entró a la casa y dijo que era el diablo, que estaba ahí para realizar su obra. Wojciech Frykowski estaba dormido en el sillón de la sala, en una de las habitaciones estaba Abigail mientras Sharon y Jay Sebring estaban en otro cuarto platicando. Los llevaron a la sala y les dijeron que los iban a matar.
Sebring les dijo que Sharon estaba embarazada y que no podía sentarse en el suelo. Watson le disparó y lo apuñaló. Luego, los ataron; sin embargo, Abigail pudo soltarse y salió corriendo por la puerta trasera de la casa. Detrás de ella fue Patricia Krenwinkel, quien la tiró y la apuñaló 28 veces. Frykowski también intentó huir de la casa, pero fue asesinado por Watson: lo apuñaló 51 veces.
Dentro de la casa sólo quedaba Sharon Tate, quien rogó por la vida de su bebé. Algunos reportes aseguran que les pidió dejarla vivir para tener a su hijo para después asesinarla, pero se negaron a cualquier palabra de la actriz. Susan Atkins la apuñaló 16 veces. En una entrevista ante los medios, Susan habló de su participación en la masacre del 9 de agosto: “No sentía nada. No sentí nada por ella. Rogó por su vida y la de su bebé”.