El reconocido psicólogo Paul Bloom sostiene en su último libro que muchas personas se exponen al fracaso al fijarse expectativas poco realistas
El reconocido psicólogo canadiense-estadounidense Paul Bloom, autor de varios bestsellers y profesor en la Universidad de Toronto y la Universidad de Yale, divulgó cinco ideas clave de su nuevo libro, titulado “The Sweet Spot: The Pleasures of Suffering and the Search for Meaning” (El punto dulce: Los placeres del sufrimiento y la búsqueda de sentido).
Bloom, cuyos textos han sido publicados en los prestigiosos medios Nature, Science, The Guardian, The New Yorker y The Atlantic, sostiene que las personas no deberían intentar ser felices y, en cambio, deberían concentrarse en estos 5 aspectos:
1. “Quien tiene un por qué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”
Muchos dirán que los humanos son hedonistas: buscan el placer y evitan el dolor. Pero Bloom no cree que eso sea correcto y considera la necesidad de una alternativa que se podría llamar pluralismo motivacional. La idea es que las personas quieren muchas cosas. El economista Tyler Cowen lo resume así: “Lo bueno de una vida humana individual no puede reducirse a un solo valor. No se trata de la belleza, ni de la justicia, ni de la felicidad. Las teorías pluralistas son más plausibles. Postulan una variedad de valores relevantes, como el bienestar humano, la justicia, la equidad, la belleza, las cimas artísticas de los logros humanos, la calidad de la misericordia y los muchos tipos de felicidad diferentes y, de hecho, a veces contrastantes. La vida es complicada”.
Una alternativa al placer es el sentido. Este impulso de sentido es tan importante como el impulso de pasarlo bien, de disfrutar, de ser feliz. Y hay un libro de Viktor Frankl , llamado “El hombre en busca de sentido”, que apoya esta postura. En los años 30, Frankl, que era psiquiatra en Austria, acabó en los campos de concentración nazis. Allí estudió a sus compañeros de prisión, preguntándose qué distinguía a los que mantenían una actitud positiva de los que no podían soportarla y perdían toda motivación, a menudo suicidándose. Llegó a la conclusión de que la respuesta es el sentido. Los que tenían más posibilidades de sobrevivir eran aquellos cuyas vidas tenían un propósito más amplio, que tenían algún objetivo o proyecto o relación, alguna razón para vivir.
2. El sufrimiento puede aumentar el placer
Normalmente, se evita el dolor, la ansiedad, el estrés y el malestar, pero a veces es buscado, como con las películas de terror, las canciones tristes o las comidas picantes. Una de las razones de la búsqueda de estas experiencias desagradables es lo que Paul Rosin llama masoquismo benigno. A veces el dolor puede ayudar a la persona a escapar de uno mismo y distraerle de sus preocupaciones cotidianas.
Otra explicación del masoquismo benigno es que el dolor y el placer están entrelazados. Neurocientíficos sostienen que el cerebro es una máquina de diferencias y la experiencia se entiende en términos de contraste. Muchos juegan con este contraste para darse placer. Buscan el dolor para maximizar el contraste con la experiencia que viene después. El ardor del curry caliente puede ser placentero si le sigue el alivio impactante de una cerveza fría.“Lo bueno de una vida humana individual no puede reducirse a un solo valor», afirma el economista Tyler Cowen (Getty Images)
3. El sufrimiento puede dar placer
Los jóvenes a veces eligen ir a la guerra, y aunque no desean ser mutilados o asesinados, esperan experimentar el desafío, el miedo y la lucha. En general, los proyectos más importantes de vida implican sufrimiento y sacrificio. Si fueran fáciles, ¿qué sentido tendrían?
Cinco hechos vinculan el sufrimiento y el sentido. En primer lugar, los individuos que dicen que sus vidas tienen sentido tienden a declarar más ansiedad, preocupación y lucha que las personas que dicen que sus vidas son felices. En segundo lugar, los países cuyos ciudadanos declaran tener más sentido -es decir, que dicen vivir las vidas más significativas- suelen ser países pobres en los que la vida es relativamente difícil, y esto es diferente de los países más felices, que suelen ser prósperos y seguros. En tercer lugar, los trabajos que la gente dice que son los más significativos, como ser un profesional de la medicina o un miembro del clero, a menudo implican tratar con el dolor de otras personas. En cuarto lugar, cuando se pide que describan las experiencias más significativas de su vida, tienden a pensar en los extremos; esto incluye acontecimientos muy agradables, pero también acontecimientos muy dolorosos. Por último -y lo más importante-, a menudo las personas eligen actividades que saben que los pondrán a prueba, desde entrenar para una maratón hasta criar a los hijos, porque sabemos, a nivel visceral, que esas actividades son importantes. Como dijo el novelista Julian Barnes: “Duele tanto como vale la pena”.
4. El esfuerzo endulza la vida
A veces el esfuerzo es la salsa secreta que mejora las cosas. Cuanto más esfuerzo se pone en algo, más se valora. Michael Norton y sus colegas de la Escuela de Negocios de Harvard hicieron una serie de experimentos en los que descubrieron que las personas prefieren los objetos que han ayudado a crear. Se encariñan especialmente con ellos, y cuanto más trabajo, mejor.
Otra manifestación de los placeres del esfuerzo es lo que Mihaly Csikszentmihalyi llama flujo. Este psicólogo húngaroestadounidense descubrió que las personas obtienen enormes cantidades de placer, satisfacción y riqueza cuando se sumergen en una actividad. Sabe que está en el flujo cuando el tiempo pasa, pero no lo nota. Se olvidas de comer y falta a sus citas. Sin embargo, para que esto ocurra, la actividad tiene que alcanzar el punto justo. Si es demasiado fácil, se aburrirá. Si es demasiado difícil, se sentirá ansioso.
5. No intentar ser feliz
Una razón es que es contraproducente, uno puede fastidiar ser feliz si se esfuerza demasiado. Al fijarse expectativas poco realistas, las personas que persiguen la felicidad se exponen al fracaso, o tal vez la búsqueda consciente de la felicidad le hace pensar mucho en lo feliz que es y eso le impide serlo.
La segunda razón es que cuando se les pregunta qué los hace felices, normalmente se equivocan. Perseguir objetivos extrínsecos -es decir, objetivos relacionados con la alabanza y la recompensa, como tener un buen aspecto y ganar dinero- hace menos feliz, menos satisfecho, y está relacionado con la depresión, la ansiedad y las enfermedades mentales. Paradójicamente, si uno quiere estar satisfecho con su vida, experimentar el placer, la alegría y el significado, puede que tenga que esforzarse menos en conseguir estas cosas.