Por: José Luis Jaramillo Vela
Hernán Cortés desembarca en México
El 22 de abril de 1519, la expedición española al mando del Conquistador español Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano, desembarca en Chalchicuéyetl-cuecan (hoy Veracruz), como era su nombre para los nativos de la región; Cortés pertenecía al Ejército de Tierra de España, de la Fuerza Armada Real Española en grado de Conquistador, muy por encima de General y era un grado que no lo daba la milicia, sino únicamente el Rey lo otorgaba. En ese lugar, Cortés decidió instaurar un asentamiento al que llamó Villa Rica de la Vera Cruz, Villa como los poblados de España, Rica por las manifestaciones de riqueza con que fueron recibidos, Vera por verdadera y Cruz porque llegó el viernes santo.
A pesar de su grado de Conquistador, Hernán Cortés venía bajo el encargo del Gobernador de las Islas de Cuba, Don Diego Velázquez de Cuéllar, con quien no tenía buenas relaciones. El gobernador Velázquez le había autorizado a llegar, desembarcar y explorar la posibilidad de establecer asentamientos, pero no a continuar territorio adentro; es por eso que Cortés, como una forma de rebelarse a la autoridad del Gobernador de las Islas de Cuba fundó el asentamiento, con su ayuntamiento, para que el mismo, constituido legalmente le otorgara el permiso para avanzar en la conquista del nuevo territorio. Así se fundó Veracruz, el primer poblado y el primer ayuntamiento del Continente Americano. Hernán Cortés continúa con su camino hacia Tenochtitlán, dejando un grupo de
soldados en Veracruz, al mando del Capitán Juan de Escalante, a quien nombró alcalde del nuevo asentamiento.
Cortés avanza y llega a Tenochtitlán
En su trayecto, Cortés fue librando batallas con tribus nahuas y arrasando con algunos poblados, pero también se fue haciendo de aliados, principalmente de los Tlaxcaltecas y los Totonacas, que estaban en pugna constante con los aztecas; el día 8 de noviembre de 1519, Hernán Cortés y su ejército llegan a Tenochtitlán, donde son recibidos por el Emperador Moctezuma II Xocoyotzin (en náhuatl Motekuzomah Xokoyotsin), rodeado de toda la nobleza mexica. Al bajar Cortés de su caballo, se dirige al Emperador para abrazarlo, pero es enfrentado por Cacamatzin, Señor de Texcoco y por Cuitláhuac, Señor de Iztapalapa, quienes le impidieron hacerlo, ya que el soberano mexica era intocable; entonces Cortés le entrega un collar de cuentas de vidrio y el emperador le obsequia un collar de caracoles con camarones de oro.
Una vez terminado el protocolo de las cortesías, Hernán Cortés es hospedado en el Palacio de Axayácatl, padre de Moctezuma, en el centro de la gran Tenochtitlán, justamente donde hoy se encuentran el edificio de Nacional Monte de Piedad y la Catedral Metropolitana; entonces Cortés ordena a su gente que construyan una capilla católica para que los españoles pudieran orar y recibir misa de los frailes que los acompañaban, y en eso estaban, cuando se llevan una gran reprimenda de Moctezuma por estar erigiéndola nada menos que junto al Templo de Huitzilopochtli. Aunque les permitieron construirla más alejada, esta reprimenda no fué del agrado de Cortés, quien además ya había notado el desprecio y el odio de Cacamatzin y de Cuitláhuac a su llegada.
“A lo que te truje Chencha”
Hernán Cortés tenía muy claro, demasiado claro sus objetivos, los motivos de su presencia en estas tierras recién descubiertas, y no era otro mas que el de todo buen conquistador de la época, conquistar y anexar territorios a la Corona Española y obtener su propio beneficio de ello; lo que le otorgara el Rey por sus conquistas y lo que lograra él por fuera de la Corona Española, era un valor entendido, mientras la Corona Española se anexara territorios y el Rey recibiera las riquezas y los beneficios de los territorios conquistados, él premiaba a sus conquistadores y no objetaba la forma en que éstos hacían su fortuna, su riqueza y sus haberes personales.
Y se enfocó en su objetivo, para ello, Cortés necesitaba hacer prisionero al Emperador Moctezuma II Xocoyotzin, por lo que se valió de una estratagema que le diera el motivo para hacerlo prisionero y éste fue el motivo. Durante el trayecto desde Veracruz hacia Tenochtitlán, el pueblo Totonaca de Cempoala
y su rey cacique Chicomácatl, junto con los Tlaxcaltecas y su rey Huehue Xicoténcatl se aliaron a los españoles y en una de esas ocasiones, en el pueblo de Nautla, perteneciente al Reino de Totonacapan, se presentan los Señores de México-Tenochtitlán, encabezados por Cuauhpopoca, Señor de Coyohuacán, que eran los enviados de Moctezuma a cobrar los tributos a los pueblos vasallos; el cacique totonaca, Chicomácatl, a quien los españoles llamaban “Cacique Gordo”, se negó a pagar el tributo, diciendo que ya no eran vasallos del Imperio Mexica, ahora el reino Totonacapan de Cempoala era libre y aliado de los españoles; esto no fue del agrado de Cuauhpopoca, quien le fijó un plazo de dos lunas (dos días) para que pagaran el tributo, en esos dos días, Chicomácatl el Cacique Gordo le solicita ayuda a los españoles de Veracruz, y acude el Capitán Juan de Escalante con seis soldados para ver que sucedía pero son sorprendidos por Cuauhpopoca y sus guerreros, armándose una escaramuza en donde son masacrados los españoles, uno de ellos logra huir malherido, pero fue alcanzado por los mexicas, es asesinado y decapitado.
De anfitrión a prisionero, Moctezuma II es aprehendido por Cortés
Mientras, en Tenochtitlán, Cortés ve llegar a Cuauhpopoca con la cabeza de uno de sus soldados asesinados y contarle a Moctezuma de lo sucedido con los totonacas; ahí encuentra Cortés el motivo para hacer prisionero a Moctezuma II Xocoyotzin, le exige que le entregue a Cuauhpopoca por el asesinato de sus soldados, al negarse Moctezuma, Cortés lo hace prisionero, encerrándolo en el Palacio de Axayácatl bajo fuerte resguardo; al ver prisionero a su emperador, los mexicas enfurecieron y exigieron a la corte del emperador expulsar a los españoles de Tenochtitlán, pero Cortés aprehende a Cuauhpopoca y lo quema vivo frente al Palacio de Moctezuma Al mismo tiempo, llegan soldados enviados desde Veracruz para informarle a Cortés lo sucedido al Capitán Juan de Escalante y además con otras malas noticias; el Gobernador de las Islas de Cuba, Don Diego de Velázquez, había ordenado al Gobernador de la Isla de Jamaica, Francisco de Garay, que explorara la región, para establecer algún asentamiento español; de Garay llega y se encuentra con que ya estaba fundado Veracruz por Hernán Cortés y que éste ya andaba en Tenochtitlán; entonces entra por el Río Pánuco y es expulsado por los totonacas, ahí se entera también de que los totonacas son aliados de Cortés.
Al no tener éxito, de Garay ni tardo ni perezoso, se enfila a Santiago de Cuba, a contarle al Gobernador de Velázquez sobre las andanzas y alianzas de Hernán Cortés; el Gobernador, encolerizado al enterarse de que Cortés hizo caso omiso de sus instrucciones, manda traer al General Pánfilo de Narváez que se encontraba explorando y conquistando la Península de la Florida y le ordena salir para traer prisionero a Hernán Cortés y a sus capitanes, con la intención de ponerlo a la disposición del Rey Carlos I bajo los cargos de insurrección y desacato a la autoridad real.
Hernán Cortés va a enfrentar a Pánfilo de Narváez
Una vez informado Cortés del desembarco de Pánfilo de Narváez, que viene en su búsqueda y captura, ordena disponer todo para salir a Veracruz y enfrentarlo; le ordena a su segundo al mando, Capitán Pedro de Alvarado y Contreras que se quede con 80 hombres al resguardo del prisionero Moctezuma II Xocoyotzin, que era un prisionero muy valioso para Cortés, pues Moctezuma creía que los españoles eran enviados divinos por los dioses y les pedía a los mexicas los trataran con respeto, esta creencia le garantizaba relativamente a Cortés que los mexicas no se le rebelaran.
Pánfilo de Narváez había desembarcado en Veracruz al frente de 508 soldados, pero de alguna manera convenció a 1300 de los soldados que Cortés había dejado en Veracruz para unirse a él en la captura de Cortés. El 24 de mayo de 1520, en Cempoala (Veracruz), Narváez quien ya traía un estado de fuerza de 2508 soldados, se enfrenta a Hernán Cortés, quien traía consigo el apoyo de los guerreros totonacas y los tlaxcaltecas; Narváez pierde la batalla debido a la superioridad de Cortés y sus aliados, el soldado Pedro Sánchez Farfán hace prisionero a Narváez, quien perdió un ojo en la batalla y le pide a Cortés que lo cuelgue, Cortés lo lleva prisionero a Veracruz donde lo encarcela por dos años; a los soldados sobrevivientes, Cortés les ofrece unirse a él o enviarlos a Cuba humillados y derrotados para contarle al gobernador de Velázquez lo sucedido, solo unos cuantos decidieron irse a Cuba.
… y mientras tanto en la Gran Tenochtitlán…
Mientras Cortés salió a Veracruz, en Tenochtitlán Pedro de Alvarado y sus 80 soldados, resguardaban al prisionero Moctezuma, pero se sentían algo nerviosos, inseguros, intranquilos, sabían que eran muy pocos para enfrentar a los mexicas en caso de que se quisieran rebelar para rescatar a su emperador, aunque no se percibía peligro en el ambiente; por esas fechas los mexicas celebraban la festividad del “Tóxcatl”, que era el quinto mes del calendario azteca y consistía en veinte días dedicados a sus dos principales dioses: Huitzilopochtli y Tezcatlipoca.
El 22 de mayo de 1520, último día de la festividad del Tóxcatl, se efectuaba un festival con danzantes y concheros y una serie de eventos y danzas de los guerreros mexicas; los españoles no sabían el porqué de las festividades, ni comprendían el significado de los ritos ni de las danzas de los mexicas y de repente se empiezan a congregar los espectadores y aparecen los guerreros danzantes, esto detonó el nerviosismo de los españoles y seguramente lo interpretaron como un posible ataque, pero no era así, simplemente se preparaban para danzar; hasta que los nervios los traicionaron y Pedro de Alvarado ordena cerrar el acceso al zócalo y abrir fuego contra los danzantes y los espectadores, creando una verdadera masacre, así mismo asesinaron a Cacamatzin, Señor de Texcoco y a varios miembros de la nobleza azteca. De inmediato Alvarado envía un grupo de soldados a informarle a Cortés de la Matanza del Templo Mayor.
Cortés regresa y se enciende la mecha
Después de derrotar a Narváez, Cortés regresa a Tenochtitlán y encuentra a los mexicas furiosos por la masacre desatada por Pedro de Alvarado y para tratar de calmar los ánimos, le dice a Moctezuma que se dirija a su pueblo y calmarlos, para ello, Cortés hace traer al balcón del Palacio de Axayácatl a Moctezuma para que controle a su pueblo; gravísimo error, los mexicas al ver a su Emperador maltratado, vejado, humillado y encadenado y todavía pidiéndoles calma, se encendió la mecha de la rebelión, fué lo más que pudieron soportarle los aztecas a los españoles… y a su emperador, a quien lo veían totalmente sumiso ante los españoles, y también lo agredieron, Moctezuma fue herido por una piedra en la cabeza y por dos flechas, quedando gravemente herido.
Muerto Moctezuma II Xocoyotzin, los sacerdotes aztecas eligen a Cuitláhuac, Señor de Iztapalapa y hermano de Moctezuma, como el nuevo Huey Tlatoani (Gran Orador o Gran Señor) de la Gran Tenochtitlán. Cuitláhuac a diferencia de Moctezuma, era de un carácter más belicoso y arrojado que su hermano, de inmediato el nuevo emperador se alistó para pelear contra los españoles; Cortés supo entonces, de manera muy clara que se avecinaba una catástrofe para él y su gente.
Cuitláhuac, Cuauhtémoc y la Noche Triste de Hernán Cortés… espantosa masacre
El nuevo Huey Tlatoani Cuitláhuac, nombra a Cuauhtémoc, Señor de Tlatelolco como nuevo Cihuacóatl, jefe de los guerreros de la Triple Alianza de Tenochtitlán (la Triple Alianza la conformaban los pueblos Aztecas, Toltecas y Tlatelolcas, juntos formaban el pueblo Mexica) y se levantan en armas en contra de los españoles, produciéndose una larga batalla; los españoles estaban atrincherados en el Palacio de Axayácatl y sus alrededores. Después de una semana de combates, los españoles y sus aliados tlaxcaltecas y totonacas seguían cercados en el Palacio de Axayácatl, pronto comenzaron a escasear los víveres y el agua, Cortés comprendió que si no salían de ahí, les esperaba una muerte horrenda.
Debemos recordar que la Gran Tenochtitlán estaba en un enorme islote, rodeada por el Lago de Tetzcoco (Texcoco), y todas sus vías de acceso y de comunicación era por medio de canales y largas avenidas; de esa manera, Tenochtitlán se comunicaba con Tlacopan (Tacuba), Tetzcoco (Texcoco), Oxtapallapan (Iztapalapa), Xochimilco, Cuitláhuac (Tláhuac), Mixquic, Chalco Atenco y Tzompanco (Zumpango), todas esas vías y canales cruzaban el Lago de Texcoco hasta llegar a tierra firme.
El 30 de junio de 1520 a la media noche, bajo una llovizna persistente y un ligero manto de niebla, Cortés da la señal para huir de Tenochtitlán, la orden era silencio absoluto, mucho sigilo y discreción y cuidando mucho de que los caballos no relincharan; la mayoría de los caballos y soldados, iban cargados de los tesoros que habían saqueado a los aztecas y al Emperador Moctezuma II. Todo marchaba en orden y
en silencio conforme a lo planeado, la negrura de la noche los hacía prácticamente invisibles; habían escogido huir por el canal de Popotlán (Popotla), para llegar a Tlacopan (Tacuba) que era la vía más corta de escape para salir de Tenochtitlán, pero era el camino más largo hacia Tlaxcala, que era donde Cortés pretendía llegar, ya que los tlaxcaltecas eran sus aliados.
De pronto, todo cambió y la noche que era su aliada se les vino encima, según relata Bernal Díaz del Castillo, uno de los cronistas que acompañaban a Cortés, según la crónica, una mujer que juntaba agua de la lluvia en un cántaro, los vió y pegó el grito de alarma, rápidamente sonaron los tambores que avisaban peligro y el lago de Texcoco y sus canales y avenidas, se inundaron de canoas llenas de guerreros… y comenzó la masacre. Mil trescientos soldados españoles más mil quinientos guerreros tlaxcaltecas aliados, se vieron de pronto atacados por los cuatro costados por miles de enfurecidos mexicas; la gran mayoría de los caballos se ahogaron hundidos por el peso de los tesoros que cargaban, solo se salvaron aquellos que pudieron ser descargados y con ellos se fue gran parte de la artillería de Cortés; muchos perecieron ahogados, acuchillados o blanco de lanzas y flechas, otros muchos fueron hechos prisioneros.
Casi al amanecer, todavía oscuro, como pudieron, llegaron a Tlacopan (Tacuba), exhaustos, adoloridos y heridos; narra Bernal Díaz del Castillo, que al llegar ahí Cortés ordena un recuento de las tropas y le informan que ya sólo contaba con quinientos soldados españoles y menos de trescientos guerreros aliados; la huída de Tenochtitlán le había costado la pérdida de ochocientos soldados y mil doscientos guerreros tlaxcaltecas; había perdido a más de dos mil hombres y casi toda la artillería y poder de fuego en cuestión de unas cuantas horas masacrados por los mexicas. Cuenta la crónica de Díaz del Castillo que Cortés, cabizbajo, triste y derrotado, como nunca lo habían visto sus hombres, se sentó en una piedra bajo un enorme ahuehuete, lamentándose de esa “horrible noche de espanto” y por tantos hombres perdidos en tan poco tiempo; era tal su tristeza, que sus ojos se nublaron y rodaron algunas lágrimas en absoluto silencio.
Cortés furioso enfila hacia Tlaxcala y arrasa con todo a su paso
Al día siguiente un Hernán Cortés ya muy diferente al de la noche anterior, ordena la salida rumbo a Tlaxcala, a su paso, arrasan con los pueblos de Calacoayan, Tlalnepantlan, Teocalhueyacan (San Mateo Atenco) y Atizapán; pasan por Tepotzotlán, Citlalépec y Xoloc, sin ningún inconveniente, son bien recibidos por sus temerosos pobladores. Pero en Otompan (Otumba), son interceptados de nuevo por los mexicas, Cuitláhuac envía al jefe guerrero Matlatzincatzin, para impedirles el paso hacia Tlaxcala; ahí en Otumba, pese a la extrema inferioridad de elementos, Hernán Cortés y sus soldados, libran una heroica batalla, Cortés sabe muy bien que en una guerra convencional, en la rendición, aunque se pierde el honor, se salva la vida, pero con los mexicas aún en la rendición, utilizaban a los prisioneros para sacrificios a sus dioses, por lo que no se iban a rendir. Hernán Cortes da una lección magistral de
estrategia militar, sin artillería ni poder de fuego, hace movimientos sobre el terreno que desconciertan a los mexicas y de manera heroica derrotan a los mexicas y hacen prisionero al jefe Matlatzincatzin.
Matlatzincatzin, quien era hermano de Moctezuma II Xocoyotzin y del nuevo Emperador Cuitláhuac, al ser hecho prisionero, Cuitláhuac ordena sacrificar a todos los prisioneros españoles y sus cabezas expuestas en el zócalo de Tenochtitlán; al llegar Cortés a Tlaxcallan (hoy Tlaxcala de Xicoténcatl), le informan lo sucedido a sus soldados prisioneros y también se entera de que su amigo y aliado tlaxcalteca Huehue Xicoténcatl ya no es emperador, ahora el nuevo líder es su hijo Xicoténcatl Axayacatzin, quien no tiene la menor simpatía por Cortés y le ordena salir del Reino Tlaxcalteca, dándole la facilidad de marcharse hacia Totonacapan de Cempoala, donde su amigo y aliado, Chicomácatl, el Cacique Gordo todavía reinaba; Cortés dialoga con Xicoténcatl Axayacatzin y trata de convencerlo de su amistad y de seguir en alianza, pero Xicoténcatl se niega y le dice: “el Huey Tlatoani Motecuzomah Xocoyotzin de los mexica, te dió su amistad y lo hiciste prisionero; mi padre te dió mil quinientos guerreros y nos regresas trescientos”, esa respuesta dejó a Cortés desarmado y sin palabras y se retiró para disponer la salida hacia Veracruz.
Sin embargo, hubo dos motivos que hicieron a Xicoténcatl recapacitar, primero el ver las muestras de afecto y relación cordial que había entre tlaxcaltecas y españoles y segundo la conversación que tuvo con el Patriarca Maxicatzin, su abuelo y de gran peso moral en el reino y pactan una nueva alianza con Cortés; Xicoténcatl y Maxicatzin le ofrecieron a Cortés apoyo total para vencer a los mexica, a cambio de que una vez derrotados los mexica, a los tlaxcalteca se les permitiera hacerse con el reino de Cholula, parte del tesoro mexica y no pagar tributo a ningún gobierno resultante de los conflictos, Cortés aceptó y se renovó la alianza, mandó traer artillería y más soldados de Veracruz. Un año más tarde, Hernán Cortés con su ejército y con sus aliados tlaxcaltecas y totonacas vencen a los mexicas, hacen prisionero al Emperador Cuauhtémoc y conquistan la Gran Tenochtitlán.
El Rey Carlos I absolvió a Hernán Cortés de los cargos que sobre él había puesto Don Diego Velázquez de Cuéllar, Gobernador de las Islas de Cuba y mientras el Rey conformaba lo que sería el nuevo virreinato, Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano era nombrado Gobernador de los Territorios de la Nueva España por el Rey Carlos I.
Bibliografía:
+ gaceta.unam.mx + www.gob.mx/inafed
+ inah.gob.mx