La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· Sergio Carrillo… la gran revelación del proceso electoral 2021.
· Polarizar, exacerbar, dividir desde Palacio Nacional: no importa el costo social.
De origen modesto y con una exitosa trayectoria empresarial cimentada a base de esfuerzo personal, Sergio Carrillo, candidato del PRI a la alcaldía de Chihuahua, continúa cosechando simpatías entre los ciudadanos. Un factor importante en su personalidad lo constituye el hecho de que él se ha formado a base de dedicación y trabajo, logrando alcanzar sus metas a través de méritos propios, compitiendo honestamente en la lucha diaria por la vida. Estas características personales identifican a Sergio Carrillo con el común de los chihuahuenses, quienes en su gran mayoría son mujeres y hombres de bien, que cotidianamente se esfuerzan de modo ejemplar por salir adelante con sus familias.
Otro aspecto destacable de la vida de Sergio Carrillo es su sólido compromiso con la filosofía y la fe cristiana, de las cuales ha sido y es fiel impulsor, habiéndose distinguido en la comunidad por las obras de auténtico altruismo y solidaridad social que ha realizado a favor de personas con adicciones, o indigentes y migrantes, a través de la reconocida institución de beneficencia (FACER, A.C.) que desde años atrás fundó y que actualmente dirige. Sergio Carrillo, cuyo posicionamiento entre el electorado de la capital chihuahuense ha venido registrando un considerable ascenso, podría convertirse en la gran revelación del proceso electoral 2021.
Violencia generalizada, podría ser el título que describa al actual escenario en el que se encuentra el país, durante la fase final del proceso electoral 2021. Tanto las directrices y acciones que día a día se generan en el Palacio Nacional y las conferencias mañaneras, por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador, como los frecuentes atentados que grupos delincuenciales han venido cometiendo contra candidatos de los diversos partidos, han sido las notas distintivas que han marcado negativamente las elecciones del año en curso.
Acontecimientos como las evidentes venganzas políticas, encubiertas bajo supuestas acciones legales o investigaciones, emprendidas recientemente por la Fiscalía General de la República contra el gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, así como contra los candidatos al gobierno de Nuevo León postulados por el PRI y por Movimiento Ciudadano, Adrián De la Garza y Samuel García, revelan el nivel de visceralidad al que se ha llegado. La evidencia innegable de esto la constituyen la exacerbación y el encono político que, de manera paradójica, son arengados cotidianamente por el principal responsable de la tranquilidad y buena marcha del país (ya sabemos quién).
Además de la violencia política, institucionalizada por la Presidencia de la República, el país sufre de inseguridad y violencia física; por lo que respecta a esta última, el escenario no es menos desfavorable, a la fecha asciende a 13 el
número de candidatos de distintos partidos políticos que han sido asesinados en diversos estados y municipios, durante el transcurso de las presentes campañas. El más reciente de estos hechos es el crimen cometido contra Abel Murrieta, aspirante a la alcaldía de Cajeme, Sonora, postulado por Movimiento Ciudadano, quien hace unos días fuera abatido en pleno acto de campaña.
No está el horno para bollos. Mientras gran parte del territorio nacional se encuentra a merced de la ingobernabilidad que ha empoderado a la delincuencia debido a la incapacidad de las corporaciones de seguridad y las autoridades gubernamentales, la prudencia aconseja tomar medidas para mitigar tal problemática. No obstante la lacerante realidad, de manera absurda pareciera que para la agenda presidencial lo más importante es continuar “atizando la hoguera”, en búsqueda de un resultado electoral que satisfaga al primer mandatario del país y a su partido, sin importar el costo social que los mexicanos tengamos que pagar por ello.