· Corral contra Campos: una rivalidad desbordada.
Desde el comienzo del actual quinquenio gubernamental en el Estado de Chihuahua la enemistad manifiesta entre el gobernador Javier Corral Jurado y la alcaldesa capitalina María Eugenia Campos Galván era más que un secreto a voces. Los medios de comunicación hablaban una y otra vez de las falta de afinidad entre dichos personajes y los grupos políticos liderados por ambos, así como los desaires que la presidenta recibía del mandatario. Pese a ser del mismo partido, el conflicto fue creciendo y al gobernador nunca pereció importarle mucho el cuidado de las formas. El motivo de la discordia fue siempre la disputa anticipada de corralistas y marucampistas por la candidatura panista al gobierno estatal en el 2021. Hoy, como al inicio de la administración, los planes son claros, mientras el gobernador pretende ungir como abanderado blanquiazul al senador Gustavo Madero, la presidenta municipal aspira a ser ella quien resulte candidata.
Siempre se rumoró que Corral trataría de lograr que la Fiscalía General del Estado llevara a Campos ante la justicia por los delitos derivados de su supuesta participación en la nómina secreta de la anterior administración estatal. En el año 2018 el entonces candidato del PRI a la presidencia municipal de Chihuahua, Alejandro Domínguez, interpuso una denuncia contra Campos acusándola de recibir dinero durante la administración, y ofreciendo como pruebas recibos que supuestamente habían sido firmados por la ahora alcaldesa cuando fungió como diputada local. En ese tiempo el asunto quedó archivado en la FGE y no pasó a mayores.
Hoy, faltando unos días para que presidenta se separe del cargo en pos de la reñida candidatura, la reyerta Corral-Campos ha cobrado un nuevo auge y está llegando a su clímax. Desesperación y nerviosismo, por un lado; premeditación y sigilo, por el otro; parecen ser la nota distintiva de uno y otro de los equipos políticos en conflicto. Campos ha salido a declarar ante los medios que es víctima de difamación y violencia política por parte del gobernador. La Fiscalía subordinada a Corral se niega a revelar detalles sobre la supuesta investigación e integración de un expediente incriminatorio contra la alcaldesa.
La división y el malestar dentro del PAN son evidentes. Entre las bases de la militancia hay inconformidad con Corral no solo por su deficiente ejercicio de gobierno, sino también por la manera de utilizar el poder para frenar las aspiraciones de Campos a través de la coerción y la violencia política. Independientemente de la inocencia o culpabilidad que pueda tener la alcaldesa en el asunto de la nómina secreta, la pretensión de Corral para investigar y eventualmente enjuiciar a su correligionaria de partido se percibe como un acto perverso. En el ocaso del gobierno panista las pasiones gestadas por la ambición política se hallan fuera de control. La pugna de Corral contra Campos se ha convertido en una rivalidad desbordada.