La columna
POR CARLOS JARAMILLO VELA
· COVID 19: los semáforos políticos, económicos… y sanitarios.
· Corral: el amargo ocaso de un quinquenio.
· Rafael Espino: reconoce su disenso respecto a AMLO y Corral.
La lacerante pandemia de coronavirus ha causado estragos en México, uno de los países con más muertes registradas por el letal contagio. Bajo el criterio de varios expertos y analistas nacionales y extranjeros la situación se le ha salido de control al gobierno mexicano por falta de una estrategia eficaz para la contención del virus. Incluso, el presidente Andrés Manuel López Obrador no acostumbra usar cubre-bocas en los eventos públicos a los que asiste, lo cual no constituye el mejor de los ejemplos.
En nuestro país la cifra de decesos por COVID ya rebasa 88 mil, y el problema aún no parece estar en su fase final. Los vaticinios gubernamentales han fallado, pues pese a las proyecciones estadísticas, especulaciones teóricas y cálculos de gabinete que desde hace varios meses se les encargó divulgar a los médicos oficiales que asisten a las mañaneras presidenciales, todavía no “domamos la pandemia” aunque López Obrador así lo asegurara desde mayo. Además, también ha quedado demostrado que tal epidemia no “nos vino como anillo al dedo”, no obstante que el mandatario haya dicho lo contrario.
La realidad no se puede ocultar: serias deficiencias en las estrategias públicas que se adoptaron para enfrentar la crisis sanitaria, marcadas carencias financieras y materiales en el sistema hospitalario público, así como la creación de un semáforo epidemiológico cuya implementación se ha visto inmersa en la preponderancia de criterios políticos y económicos situados por encima de las circunstancias sanitarias.
Compleja situación atraviesa el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, en la recta final de su periodo de gobierno. La falta de obra pública, el desastroso manejo de las finanzas públicas, una pésima relación con el presidente de la República, la pública rivalidad con la alcaldesa capitalina -y con un amplio sector del panismo estatal-, el desbordamiento de la delincuencia e inseguridad, un alto nivel de reprobación ciudadana, el equívoco manejo de la pandemia de Covid 19, y la falta de empatía con los medios de comunicación, son el epílogo de una administración que comenzó anunciándose como un Nuevo Amanecer, y en cuyo ocaso muestra su verdadero rostro: el de un gobierno anodino, incapaz de dar los resultados que los chihuahuenses esperaban.
Durante todo el presente año 2020 Rafael Espino ha desplegado un activismo político intenso en el Estado de Chihuahua. La razón es una: quiere ser el candidato de MORENA al Gobierno de Chihuahua. Entre sus fortalezas se pueden mencionar su sólido bagaje intelectual y académico, así como su cercana relación con el presidente Andrés Manuel López Obrador. Habiendo egresado de la carrera
de derecho del Instituto Tecnológico de Monterrey, fue uno de los más brillantes miembros de su generación, como lo afirma en modo categórico su ex maestro doctor Antonio Ríos Ramírez, conocido miembro de esa institución y articulista de opinión. Espino es un exitoso empresario y además posee información; conoce la complejidad de la difícil circunstancia que hoy viven Chihuahua y México.
En modo valiente -y tal vez temerario- Espino admite con franqueza que sus posturas conllevan diferencias respecto a la actuación de López Obrador y MORENA, pues no duda en expresar su oposición a que se divida a México, y tampoco titubea al señalar que MORENA no ha estado a la altura de las circunstancias. Asimismo, se proclama a favor de la reactivación de la economía mediante reglas que brinden certidumbre al capital privado. Siendo esta última aseveración otra clara muestra de su disenso con uno de los aspectos torales -y más cuestionados- de la política económica del actual presidente de México.
Por lo que concierne a su opinión sobre el Gobernador Javier Corral, el aspirante morenista tampoco se anda por las ramas ni recurre a matices o eufemismos, ya que en forma claridosa –y con toda razón- afirma que Corral ha sido muy irresponsable en el manejo de la deuda de Chihuahua. Además, considera que resulta increíble que el Gobierno del Estado no haya tenido contacto con el Ayuntamiento de Juárez desde hace más de dos años. Sin menoscabo de la trascendencia que pudieran tener los demás puntos de la plataforma preelectoral que despliega Rafael Espino, es evidente que en el posicionamiento público de su imagen personal podría jugar un papel importante el disenso que reconoce abiertamente respecto a los desempeños de López Obrador y Corral.